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Respuesta:Uno nunca termina de conocer la historia de su propia familia, las versiones muchas veces nos llegan encontradas. Aludo a la familia formada por padre, madre, hijos y hermanos. Menos que alcancemos conocer la vida y milagros de toda nuestra parentela. Hay quienes elaboran con esmero el árbol genealógico. Nunca he sido partidario de hurgar con esa curiosidad —casi arqueológica— con que muchos hunden sus narices para husmear con olfato certero los rincones jamás imaginados sobre nuestros antepasados.
Las travesías azarosas emprendidas por Moisés Aguilar Hurtado, Denis Artiles Montiel y Róger Camilo Arguello Rivas, me permitieron asomarme a los abismos de mi procedencia familiar. Me condujeron de la mano por los laberintos de mis raíces más profundas,denso tejido donde corroboré los cruces sanguíneos más enrevesados. Soy el resultado de un revoltijo de herencias. No vislumbro ninguna pureza racial. El filósofo español Fernando Savater clama, “¡Puras, ni las vírgenes!” ¡Así sea!
Más bien me preocupa que en algún momento mis parientes paran un hijo enfermo o atacado de algún mal. El temor de Úrsula Iguarán no era infundado. José Arcadio —advertido— no atendió las súplicas de su mujer. Prudencio Aguilar tiró el cerillo que provocó el incendio. El amor precipita hacia los infiernos. La cordura se pasa por alto cuando el corazón se acelera. No me explico —con los datos puestos en mano— como todavía sobrevivimos, sin lamentarnos, por el nacimiento de un engendro que nos haga sentirnos culpables.
ahii te dejo una
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holaaaaaaaaaaaaaaaaaa amigo