Respuestas
A lo largo del siglo XX se consideró que en el campo mexicano vivían campesinos, pequeños agricultores familiares, latifundistas y jornaleros agrícolas.1 A aquellos que no tenían tierra se les consideraba "campesinos sin tierra" o "campesinos con derecho a salvo" por ser posibles beneficiarios del reparto agrario. La importancia de la ideología revolucionaria agrarista nutrida por la enorme capacidad de los campesinos por obtener la tierra, a pesar de la oposición férrea de los latifundistas o caciques locales, daba la impresión de que el reparto era inagotable.2 Los campesinos empobrecidos o "sin tierra" que no podían vivir más en el campo migraban a la ciudad, en donde lograban encontrar trabajo, alimentando los barrios marginales de las periferias de las metrópolis, o hacia Estados Unidos. Las personas que vivían en el campo y que no eran productores agropecuarios trabajaban como peones o en pequeñas manufacturas locales vinculadas al sector primario, así como en las pequeñas urbes cercanas. No se tenían datos suficientes para cuantificar esta situación de manera precisa, pero podemos suponer que esta visión era cercana a la realidad. El primer dato disponible a nivel de hogar nos indica que, en 1963, 72% de las familias rurales eran familias campesinas (Banco de México, 1966).