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#1. Sé breve
Esto puede ser una obviedad, pero es más difícil de lo que parece. No hablamos de número de páginas ni de palabras; hablamos del estilo. Ve al grano. Un buen cuento se diferencia de los demás por los detalles que muestra y omite. Si algo no pincela la historia, es mejor dejarlo fuera.
#2. Crea un problema
Un cuento sin problema termina lleno de comentarios y de personajes que nadan en un limbo. El conflicto es la puesta en marcha de una estructura para un fin.
#3.Que se lea de un tirón
¿Alguna vez dejaste una película a la mitad y la retomaste días después? ¿Qué te parece? Este acto deja una impresión sosa; no logras conectar. En el cuento pasa lo mismo. Es una exigencia que se pueda leer de una sola vez, incluso, que tenga valor de repetición.
Esto es una consecuencia que gira en torno al primer punto en el que hablamos de la brevedad de la narración. Tu cuento debe construirse en base a una anécdota corta.
#4. Deja pistas
Conforme la narración avanza, el escritor tiene el deber de ir esclareciendo lo que ocurre, pero sin que se note.
Recordemos que nuestro narrador es un suministrador de información, y sólo nosotros decidimos qué dice y calla. Si queremos una buena resolución, el lector debe tener las pistas en su cara sin saberlo. Puedes dejarlas como migajas y unirlas todas en la resolución, o remitirte a la teoría del doble cuento de Ricardo Piglia, en donde se conciben dos historias al mismo tiempo, pero una la mantenemos escondida para usarla como efecto sorpresivo al final.
#5. El lenguaje
El trabajo del escritor es unir las palabras correctas en el momento adecuado. Para que el cuento se lea como unidad, debemos internalizar el estilo que requiere la obra.
En este punto se necesita criterio y sinceridad. Cada historia tiene su propio estilo; lo exige y lo grita en la mayoría de las ocasiones, y a veces nos ahorra trabajo. Al ser un género breve, que parezca que fue escrito por dos personas ahogará cualquier efecto que hayamos idealizado. Mantén el uso apropiado de los adjetivos, los adverbios y los verbos. No uses la palabra miccionar, cuando el texto grita orinar.
#6. Escribe pensando que el lector no es tonto
Tendemos a hablar de más. ¿Ya dije que el cuento debe ser breve? Muchas veces, sobre todo en nuestras primeras obras, escribimos cosas y redundamos en detalles sin importancia. Esto se debe a una razón muy simple: Miedo.
Los escritores somos muy cobardes. Nos aterra que el lector no nos entienda. Y nada más lejos de la verdad. El lector sabe tanto o más que tú de la obra. Tiene olfato para la inseguridad que nuestras palabras despiden. Sé concreto y plasma lo necesario. El lector entenderá.
#7. Los personajes actúan
No tenemos líneas que desperdiciar. Hay que moverse, recalco de nuevo. Nuestros personajes se anclan en el movimiento, y este movimiento, se ancla en el conflicto. No perdamos el tiempo describiendo sus personalidades, sus gustos o miedos. Al grano, compadre.
Tíralos de una vez a los leones y que resuelvan. Un cuento bien montado gira alrededor de lo que hagan sus personajes.
#8. Crea enlaces a través de las imágenes
El objetivo es conectar con el lector. La literatura es un proceso de comunicación que se escapa de las palabras y aterriza en las imágenes que poseemos a la mano. Con esto me refiero a que definamos el imaginario de nuestra narrativa. ¿De qué están hechas las imágenes que describo en mi universo? No tengas miedo de usarlas; eso enriquece en gran medida lo que tengas para contar. A veces el recurso de sujeto + verbo no es suficiente.
Tienes a la disposición el símil y la metáfora. Son armas poderosas que crean un efecto de tensión o alivio si son usadas con responsabilidad, además que colorean tus frases sin llegar a cansar.
#9. Importa tanto el principio como el final
Casi podría decir que la primera línea del cuento define su final. Si creemos en estructuras redondas, esto es un hecho, pero lo cierto es que si pensamos en el cuento como la unidad de varios hilos narrativos, no podemos olvidarnos que los acontecimientos son una gama de causas y consecuencias.
Sácale provecho a la primera línea y remátala con la última. Había una vez… Y vivieron felices para siempre. Funciona, ¿verdad?
#10. Escribe sobre cosas pequeñas en grandes situaciones
El poder de lo absurdo es trascendental. Mucho del cuento clásico se remite a la anécdota, como bien dije arriba. De nada nos sirve una historia si no podemos relatarla como si estuviésemos de copas un viernes por la noche.
No importa si lo tuyo es la ficción realista o la literatura fantástica. Relata con vocación y sinceridaden la coherencia.
Respuesta:
IDK
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