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En enero de 2006, un psiquiatra de Nueva York recibió en su consulta a una de sus pacientes como un día cualquiera. En aquella sesión, la joven le explicó que había soñado en repetidas ocasiones con un hombre al que ni si quiera conocía. Las tornas cambiaron cuando, en sus siguientes consultas, dos pacientes más aseguraron haber visto al mismo hombre en sueños. Los facultativos descubrieron que el misterioso hombre se había colado en los sueños de cerca de dos mil personas.
Uno de los pacientes aseguró haberlo visto vestido de Papá Noel. Un tercero asegura que cuando sueña que vuela, el hombre lo hace junto a él, y nunca habla. Una de ellas señala que el intruso es una persona real con la habilidad de irrumpir en los sueños.
Explicación:
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Respuesta:
En julio de 1976, 26 niños de 5 a 14 años viajaban en su autobús escolar, y se dirigían a casa después del último día de clases de verano en Chowchilla, California. Había un ambiente festivo hasta que una furgoneta aparentemente averiada bloqueó la carretera, y hombres enmascarados con armas de fuego irrumpieron por la puerta principal del autobús. Los niños y su conductor pronto fueron llevados a un par de camionetas y fueron conducidos durante 11 horas bajo un sofocante calor, deteniéndose finalmente en una cantera cerca de Livermore, a unos 160 kilómetros al norte de Chowchilla.
La situación solo hizo que volverse más extraña y aterradora. En el año 2015, la CNN habló con varias de las víctimas del secuestro, incluida Lynda Carrejo Labendeira.
Los secuestradores preguntaron a cada niño su nombre, edad, dirección y número de teléfono. También tomaron una prenda de vestir o una pertenencia de cada uno.
Pero los hombres armados nunca explicaron por qué los estaban secuestrando.
“Solo recuerdo que alguna vez nos dijeron que nos callásemos y estuviéramos tranquilos”, dijo Carrejo Labendeira.
Con solo algunas luces de construcción iluminando la oscura cantera, los secuestradores ordenaron a los niños y al conductor del autobús que entraran en lo que parecía una tumba enorme: una camioneta oculta bajo tierra.
“Estaba enterrado en la tierra. Era como una tumba ”, dijo Carrejo Labendeira. “Era como un ataúd. Como un ataúd gigante para todos nosotros”.
Cada rehén tenía que descender por una escalera hacia la parte trasera del vehículo oculto. La comida era escasa, y no había ventilación. Después de 16 horas, el único adulto presente, el conductor Edward Ray, y algunos de los niños mayores idearon un plan, apilaron los colchones tan alto como podían, y cavaron a través de una placa de metal en el techo de la camioneta.