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Emiliano Zapata (1879-1919) fue un importante líder campesino y militar durante la revolución mexicana, que se inicia en 1910, cuando el presidente de ese entonces Porfirio Diaz es reelecto en como presidente previo encarcelamiento del candidato opositor Francisco Madero, lo que llevó el alzamiento armado de fuerzas opositoras.
Zapata era un hombre alto, quizás 1,75 m, delgado, moreno, cara cuadrada, adornada con un sólido mostacho terminado en afinadas puntas, con ojos grandes, de color castaño oscuro coronados por abundantes cejas. Su cabello era negro, crespo y no abundante. A pesar de joven edad, ya se le notaban entradas en el cabello.
Una característica resaltante de Zapata fue su voz, fina y alta, que sorprendía y contrastaba con su apariencia de jefe rebelde.
Zapata, un gran cabalgador de caballos, fue un hombre tímido, poco comunicativo, de pocas palabras, pero iba al grano, con indicaciones inteligentes. Más sin embargo, Zapata tenía un gran sentido del humor.
A Zapata se le consideró un hombre honesto y sincero que lo llevó a tener una gran popularidad dentro del campesinado que lo apoyaba y seguía.
Zapata nunca tuvo grandes pretenciones para alcanzar el poder nacional.
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