• Asignatura: Historia
  • Autor: Ziwane
  • hace 8 años

Que extravagancia mostrava Don Manuel Fuentes

Respuestas

Respuesta dada por: brandonflorescanoj
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El doctor Manuel Fuentes de Aynat (Garrucha, Almería, 31/8/1931-Murcia, 26/4/2017), creador y pionero de la cardiocirugía murciana, es uno de los más dignos representantes de nuestra historiografía médica. Sin él no se concibe el actual servicio de Cardiocirugía de la Arrixaca, porque con su esfuerzo personal, preparación y rigor científico transformó un erial quirúrgico en uno de los más florecientes servicios de España.

Para ese esfuerzo contó con una excepcional formación quirúrgica en la cátedra del profesor Enrique Hernández, en Granada, donde también realizó una tesis 'cum laude' sobre seno coronario de la que obtuvo dos grandes repercusiones. Por un lado, sus trabajos sobre retroplejia aplicados a prolongar la parada cardiaca en cirugía; por otro, una beca de formación con un pionero de la cardiocirugía española, el doctor Castro Fariñas, con el que llegó a formar un tándem tan perfecto que todo lo hacía pasar por las manos del doctor Fuentes.

Y eso que su maestro era un científico de rigor, hasta el punto que un día salíamos los tres del hospital y apareció Sixto Obrador, hombre de frases perfeccionistas y rigurosas, y le dijo: «Disfruto con tu presencia, Castro, porque eres tan dogmático que crees hasta en las vitaminas»; Obrador creía en el bisturí. Castro, ya jubilado, venía a visitarle en Garrucha, y hasta le hizo entrega de su museo, que luego el doctor Fuentes, con gran inteligencia y dignidad, donó a Canarias, su tierra natal.

Espero que te sirva ;)

Respuesta dada por: sebas1429
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Respuesta:

El doctor Manuel Fuentes de Aynat (Garrucha, Almería, 31/8/1931-Murcia, 26/4/2017), creador y pionero de la cardiocirugía murciana, es uno de los más dignos representantes de nuestra historiografía médica. Sin él no se concibe el actual servicio de Cardiocirugía de la Arrixaca, porque con su esfuerzo personal, preparación y rigor científico transformó un erial quirúrgico en uno de los más florecientes servicios de España.

Para ese esfuerzo contó con una excepcional formación quirúrgica en la cátedra del profesor Enrique Hernández, en Granada, donde también realizó una tesis 'cum laude' sobre seno coronario de la que obtuvo dos grandes repercusiones. Por un lado, sus trabajos sobre retroplejia aplicados a prolongar la parada cardiaca en cirugía; por otro, una beca de formación con un pionero de la cardiocirugía española, el doctor Castro Fariñas, con el que llegó a formar un tándem tan perfecto que todo lo hacía pasar por las manos del doctor Fuentes.

Y eso que su maestro era un científico de rigor, hasta el punto que un día salíamos los tres del hospital y apareció Sixto Obrador, hombre de frases perfeccionistas y rigurosas, y le dijo: «Disfruto con tu presencia, Castro, porque eres tan dogmático que crees hasta en las vitaminas»; Obrador creía en el bisturí. Castro, ya jubilado, venía a visitarle en Garrucha, y hasta le hizo entrega de su museo, que luego el doctor Fuentes, con gran inteligencia y dignidad, donó a Canarias, su tierra natal.

Allí, el Gran Hospital de la Beneficencia General del Estado (hoy, 'La Princesa', en Madrid) hicimos una amistad fraternal como residentes del mismo, hasta que yo me fui a Inglaterra. Pero no perdí el 'cordón umbilical' de mi buen amigo, que, tanto insistió, que a los dos años de estancia logró que me viniese a Murcia a convivir en los malos y en los buenos momentos que nos dejaba la cirugía de aquellos días: un campo sin trillar carente del más mínimo armamentarium, tanto físico como farmacológico. Nuestro gran pecado, y así se lo dije siempre, fue no dejar más iconografía de los brillantes trabajos que se hicieron, como la desobstrucción del tronco braquiocefálico, en el año 1966, que hoy figuraría con letras de oro en la Historia de la Medicina.

Cuando se lo cantamos a los 'cardios' de Puerta de Hierro, naturalmente no lo creyeron, porque su respuesta fue: «Hombre, es que ese tipo de cirugía, hoy se deja para Houston o Harvard». Claro, que podría haber contestado como el gran profesor Casas, cuando en un homenaje le recriminaron que, habiendo formado a tantos especialistas, no hubiese dejado más literatura, y él contestó: «Tampoco Jesucristo y Sócrates, más importantes que yo, dejaron ningún escrito».

También, como en nuestros corazones, el doctor Fuentes ha dejado una huella imborrable en la Real Academia de Medicina, ya que no solo era el más asiduo asistente a todos los actos y conferencias, sino que siempre añadía su personal visión al tema que se tratase. Aunque tendrás tu sitio en el cielo, también siempre lo tendrás

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