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B orges, un incansable conversador, dio muchas definiciones de lo que
consideraba literatura. Una de ellas consiste en ser un sueño dirigido
(Stortini, 1989: 200). A Rodríguez Monegal (1993: 168), Borges le manifestó
que su oficio era el de tejer sueños. Podríamos añadir algunas citas
extraídas de la obra borgeana para confirmar la afirmación de que la
literatura es un sueño voluntario.
El ensayo “El Escritor Argentino y la Tradición”, que dala de 1953
aunque conste en el libro Discusión ([1932] 1977: 267-74), termina diciendo:
“Creo que si nos abandonamos a ese sueño voluntario que se llama
creación artística, seremos argentinos y seremos, también, buenos o
tolerables escritores” (El subrayado es nuestro). En ese trabajo, Borges,
cuando comenta que según sus amigos, en el cuento “La Muerte y la
Brújula” él encontró el sabor de Buenos Aires, menciona que logró ese tono
gracias al hecho de haberse abandonado al sueño y por no haber buscado
palabras regionales en los diccionarios.
La clasificación de la literatura con valor de equivalencia a material
onírico que se dirige por medio del espíritu volitivo, o sea, totalmente
consciente, nos resulta, como mínimo, muy intrigante. Por lo menos acepta
dos lecturas que pueden llegar a ser complementares.
1) Si analizamos esas definiciones a la luz de la Psicología General cabe
perfectamente la categoría de sueños dirigidos. Mientras una persona
está soñando puede -mediante un entrenamiento especial- “entrar” en
su propio sueño y cambiar el rumbo de los acontecimientos o, por lo
menos, participar activamente en el desenlace de los “hechos oníricos”.
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Es una técnica usada para lograr superar las pesadillas recurrentes, o sea,
las que durante un largo período se presentan todas las noches al
paciente. Borges escribió varios textos donde los personajes pueden
intervenir, mediante su voluntad, para m odificar el contenido del sueño
opesadilla. Un caso es “Episodio del Enemigo” ([1972] 1997: 1132) en
el que se narra un diálogo entre dos personajes. Uno de ellos tiene como
nombre Borges y el otro entra en la casa del primero con la firme
intención de asesinarlo. Conversan sobre épocas pasadas donde el
personaje Borges habría maltratado a un niño - que sería hoy el personaje
que llega con intenciones de matarlo. Las marcas textuales permiten
identificar características, en ambos personajes, que son propias del
hombre Borges (vestimenta, libros, uso de bengala, edad, etc.) lo que
convierte a la lectura en un paseo apasionante. Por fin, cuando el
personaje -q u e nunca sabremos el nombre- menciona que tiene la
intención de matar al personaje Borges, éste manifiesta que puede hacer
algo para librarse de la muerte. Ante la negativa del otro, porque lo tiene
a su merced, el personaje Borges responde que él puede despertarse. El
texto finaliza con la frase: Y así lo hice. O sea que, un personaje escapa
de la muerte gracias a la capacidad de despertarse de una pesadilla -
muerte- simplemente por una decisión voluntariamente tomada.
2) La segunda lectura de la definición borgeana de literatura admite una
reflexión más intensa. Con ese fin, usamos la teoría revolucionaria del
psicoanalista Donald M eltzer (1987) contenida en el libro Vida Onírica.
El autor sostiene una visión diferente de la actividad onírica. Una
síntesis sería que la actividad onírica ejerce su función durante las 24
horas del día. Aunque nunca se detenga, hay una diferencia de actividad
cuando la persona duerme y cuando está despierta. Se trata de una
m odificación de la frecuencia, ya que es más baja o tiene menos fuerza
cuando se está en estado de vigilia. En ese caso, el consciente ejerce una
fuerza dominante, razón por la cual la actividad onírica no tiene la
prim acía y pasaría a un segundo plano. Pero, mientras la persona está
durmiendo la actividad onírica -e n razón de la poca fuerza de la censura
que Freud explicó detalladamente- es la que predomina. Sin embargo,
la importancia revolucionaria de la teoría de M eltzer está en el concepto
de “flashes oníricos”. Son interrupciones, intromisiones que hace el
mundo onírico durante el estado de vigilia. Al parecer, existe una
especie de choque entre ambas frecuencias con flashes de imágenes. Un
tipo de flash onírico se produce cuando una persona siente que lo que
está viviendo en ese momento no le es nada extraño, hay una sensación
de familiaridad con esc hecho, tal como el deja-vú. Si Borges define a
la literatura como un sueño dirigido podríamos leer esa sentencia a la luz
de M eltzer como una irrupción del “sueño”, que pertenece a la actividad
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No ahi un resumen de la que respondió primero, es que no entiendo, y necesito esa respuesta ya, me pueden ayudar porfa
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