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Ilustración: Claudia Calderón
“Soy afortunado: trabajo a distancia, pero me causa ansiedad que mis padres se contagien”
Juan (47)
Ingeniero
Desde el punto de vista laboral puedo considerarme afortunado. Trabajo en una empresa transnacional y estamos acostumbrados a trabajar a distancia. Mi jefe está en Estados Unidos, los empleados de la empresa están en diversos países de América y Europa, y llevamos años interactuando por teléfono, correo electrónico y diversas herramientas colaborativas. Por ejemplo, conozco al ahora famoso Zoom desde hace años.
En nuestra oficina de Lima trabajan alrededor de 130 personas. Cuando la pandemia llegó, todos se fueron a trabajar desde casa. El cambio no fue traumático, porque antes de la cuarentena muchos ya teníamos teletrabajo por lo menos un día a la semana. La mayor complicación surgió en los primeros días, porque la VPN corporativa (la conexión para entrar a la red de la empresa desde casa) estaba diseñada para soportar alrededor de 100 conexiones simultáneas y de golpe teníamos a 500 usuarios en todo el mundo tratando de entrar para hacer su trabajo. Afortunadamente, el departamento de Tecnologías de Información respondió rápido y ya tenemos una VPN más robusta.
Algo que sí me causa ansiedad es la preocupación porque mis padres no se contagien. En particular mi madre, que tiene una salud delicada y ya se acerca a los 80 años. Al estrés del encierro y el temor al virus, se suma el hecho de que ella necesita caminar para mantener su salud. Antes de la pandemia salía, siempre acompañada, a caminar a los parques cercanos. Ahora, después de 2 meses de encierro, siente dolor en sus piernas por la falta de ejercicio. Ella intenta caminar dentro de casa, pero eso nunca es igual. Empezaré a llevarla a pasear a algún parque en una hora donde no haya nadie en la calle. Es una transgresión a la cuarentena, pero es necesario para que su salud no se deteriore más.