los textos que leen en el area de lectores competentes son ???

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Respuesta dada por: Romilu154
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Explicación:

Este artículo reflexiona críticamente acerca de la situación actual de la

lectura y la animación orientada a ella en el sistema educativo. Considera que la

responsabilidad de la escuela no es hacer lectores, sino desarrollar la competencia lectora del alumnado. Consecuentemente, propone dos maneras de conseguir

lectores competentes: la primera, trabajar las habilidades que subyacen en el acto

lector; la segunda, escribir para comprender mejor lo que leemos. Llevamos muchos años hablando y escribiendo sobre animación lectora. Pero,

desgraciadamente, no sabemos ni siquiera

cuáles son las razones que llevan a unas

personas a leer y a otras a no hacerlo. Para

más complicación, las razones que unos

esgrimen para leer son las mismas que

otros aducen para no hacerlo.

En realidad, es difícil, cuando no

imposible, encontrar un discurso en el

que se hable lisa y llanamente de los porqués de la lectura, no de sus finalidades y

efectos, en lo que constituye un discurso

demasiado bien aprendido. Antes que la

teoría, las personas solemos aprender

muy bien cómo refutarla. Pero confundir

las causas con los efectos, hábito tan

extendido como nefasto, más que una

solución es un grave problema. Porque, si

no sabemos con claridad y exactitud cuáles son las causas que nos llevan a leer y a

no leer, difícilmente sabremos cómo recurrir a ellas para favorecer la lectura o

cómo erradicarlas. Desde hace más de 20

años, se viene haciendo el mismo análisis

de la cuestión y, una de dos, o no se señalan las verdaderas causas que llevan a la

gente a no leer, o, si se ha hecho y se ha

recurrido a los remedios necesarios, peor

todavía De cualquier modo, y sirva esto como

preámbulo a lo que vendrá a continuación, sostengo, en primera lugar, que la

mejor animación lectora existente es la

que consiste en impartir unas buenas clases de lengua y de literatura. La percepción negativa que el alumnado tiene de

dichas clases repercute –¡y de qué modo!–

en la desgana lectora. Y, en segundo lugar,

considero que el gran déficit del sistema

educativo actual no es la lectura, sino la

escritura. La forma más adecuada para

hacer lectores es, por tanto, hacer escritores, o dicho por medio de un eslogan: a la

lectura por la escritura.

Uno de los aspectos más lamentables

del discurso sobre la lectura es que se tiñe

de consideraciones generales y universales, cuando la experiencia lectora es, en

todo caso, una experiencia particular. Pretender generalizar a partir de algo que

nos afecta individualmente constituye un

error de perspectiva cuyas consecuencias

tienen una amplia repercusión tanto en el

plano teórico, como en el práctico.

¿QUÉ ES UN LECTOR?

¿Y UN BUEN LECTOR?

Tampoco sabemos –y esto resulta aún

más paradójico– qué es eso a lo que llamamos lector. ¿Qué es un lector? ¿Y un

buen lector? ¿Existe la identidad lectora?

Yo, desde luego, no sé cuál es la respuesta

a estas preguntas. Como tampoco tengo

una noción exacta de cuáles puedan ser

los efectos específicos, exclusivos y excluyentes, de la lectura. Porque, a la vista está

que, si lo desea, uno puede encontrar

todas las maravillosas bondades que se

atribuyen a la lectura en otro tipo de creaciones artísticas e, incluso, en productos

nada artísticos: la música, la pintura, el

macramé, la papiroflexia, los paseos al

atardecer, el parchís y, por supuesto, la

televisión.

La verdad es que puesto que no sabemos lo que es un lector, menos aún podemos tener una noción exacta de lo que es

un buen lector. ¿A qué llamamos, como

profesores, un buen lector?

Es verdad que se han hecho tan ingeniosas como literarias aproximaciones a la

figura de lector. Así, podemos recordar las

siguientes: «el lector ideal»1; «el lector

infrecuente»2; «El lector múltiple»3; «el

lector verdadero»4; «El lector erudito»5;

«el lector ensimismado»6… Pero nadie se

pone de acuerdo en señalar qué características fundamentales lo definen como

tal.

Incluso, hay quienes niegan que exista una «identidad de lector»,7 habida

cuenta que la verdad no es algo dado,

sino producido. No hay esencia que desvelar, sino identidad que construir. Como

decía Simmel, «el saber con quien se trata

es la primera condición para tener trato

con alguien». No basta, además, con la

propia convicción de que se es diferente,

los otros deben sancionar, r

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