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El declive europeo como fortaleza económica y cultural en el mundo es un hecho no sólo evidente sino que en el contexto de transformaciones mundiales aparece ya como irreversible. A diferencia de otros momentos críticos de Europa en la historia contemporánea, donde se rehacía por ser el centro económico político y tecnológico mundial, ahora ya no lo es, y aunque el declive europeo no sucederá de forma brusca, como aconteció con el imperio soviético, el declive es progresivo y continuará durante el próximo devenir histórico.
La naturaleza de este declive tiene que ver con la crisis económica y con la posición de los países de la UE en sus relaciones con el resto del mundo. Con relación a la crisis económica los factores más importantes que inciden en su declive son:
. El enfoque generalizado de considerar la crisis económica como cíclica y no estructural, lo que está impulsando a persistir en políticas de ajuste, a la espera de un supuesto resurgir espontáneo de la demanda económica que devuelva a la senda del crecimiento a la estancada economía europea.
. La prevalencia a ultranza de los intereses de los grupos financieros más poderosos, que la larga atonía económica, está obligándoles, debido a la falta de negocio, a una reestructuración financiera basada en el adelgazamiento y concentración del sector financiero, en la que deberán ser liquidados los activos y grupos financieros más débiles.
. El hecho de que la crisis económica no esté afectando por igual a los países del Centro y Norte de Europa, de los del Sur y Este, lo que está acentuando las disensiones de la ciudadanía entre lo diferentes países y regiones europeas para abordar la crisis a la hora de que los países con más recursos, financien las deudas soberanas de los países más insolventes.
. La progresiva exclusión de amplios sectores de población de la economía, que tiene su expresión en el aumento del desempleo y la desatención de los sectores más desfavorecidos de la sociedad como inmigrantes, jóvenes o ancianos, lo que lleva a acentuar la marginalidad e inevitablemente a la formación de un sector informal como forma de supervivencia, particularmente en los países con mayor incidencia del desempleo y debilidad en sus cuentas públicas