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Respuesta:
Uno de los efectos que tiene la contaminación atmosférica es la acidificación del medio ambiente. Esta podría definirse como "la pérdida de la capacidad neutralizante del suelo y del agua, como consecuencia del retorno a la superficie de la tierra, en forma de ácidos, de los óxidos de azufre y nitrógeno descargados a la atmósfera".
Las emisiones de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, que se emiten a la atmósfera mediante fuentes naturales y antropogénicas, reaccionan con radicales hidroxilos y vapor de agua de la atmósfera para convertirse en ácido sulfúrico y nítrico respectivamente, los cuales disueltos en las gotas de agua existentes en la atmósfera pueden volver a la superficie terrestre mediante precipitaciones, originando la lluvia ácida.
También existe una fracción de dichos óxidos que retornan a la superficie terrestre en forma de gases o aerosoles, fenómeno denominado deposición seca. Este fenómeno es predominante cerca de las fuentes de deposición, llegando a darse a algunos cientos de kilómetros del foco, en función de las condiciones de dispersión.
El término lluvia ácida tiene su origen en unos estudios atmosféricos realizados en Inglaterra en el siglo XIX, pero actualmente cabría denominarla deposición ácida, ya que la precipitación de dichos ácidos disueltos puede presentarse en forma líquida (agua), sólida (nieve), o incluso como niebla, ésta última tan efectiva en su capacidad de destrucción como lo es la deposición líquida.
Explicación:
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Los principales agentes causantes de la acidificación son el dióxido de azufre (SO2) y los óxidos de nitrógeno (NOx), y en menor proporción el amoníaco (NH3).
Las fuentes naturales de emisión de estos compuestos contaminantes están distribuidas por todo el planeta y contribuyen en diferente grado atendiendo a las características de cada lugar. Las erupciones volcánicas, incendios naturales, relámpagos y diferentes procesos microbianos contribuyen al aporte de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno a la atmósfera.
Las fuentes antropogénicas más importantes son las emisiones de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno que provienen de la utilización de combustibles fósiles en gran cantidad de actividades industriales y en el transporte.