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Respuesta:La decisión del presidente Kuczynski de poner en libertad a Alberto Fujimori resulta profundamente perturbadora para todos aquellos que abrigábamos la expectativa de avanzar en la consolidación de una genuina democracia en el Perú.
Si el fondo de la cuestión, esto es la legitimidad de esta medida, es muy cuestionable, también lo son, y de modo particular, las circunstancias en las que ella se ha producido. Como es público y notorio, el indulto a Fujimori es, de alguna manera, el resultado de las gestiones hechas para evitar que el Congreso declare vacante la Presidencia de la República por incapacidad moral permanente. Es cierto que ese intento del Congreso también obedecía a motivaciones subalternas con claros tintes antidemocráticos. Pero, según todos los indicios, el acto de ofrecer el indulto como moneda de cambio para eludir la vacancia expresa una estimación bastante precaria de los valores centrales de la democracia.
A ello hay que añadir, ciertamente, el hecho de que el presidente Kuczynski fue elegido, en una ajustada contienda con el fujimorismo, precisamente por su promesa de hacer respetar las instituciones democráticas, lo cual incluía el compromiso específico de no otorgar un indulto a Alberto Fujimori sin que existiera la única causa que podría hacer aceptable tal medida: que se tratara de una decisión genuinamente humanitaria ante un grave deterioro de la salud del preso. Pues bien, esa condición dista de haberse cumplido. El gobierno aduce para justificarse la existencia de una recomendación formulada por una comisión médica evaluadora. Sin embargo, cualquiera que haya observado la composición de tal comisión –la cual incluye a alguien que ha sido médico personal de Fujimori– concluirá que se trata de una evaluación espuria.
Explicación:
Marcame como el mejor porfa