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La Materia de Bretaña, Mito artúrico o Leyenda arturiana es el nombre colectivo que reciben una serie de textos escritos durante la Edad Media, sobre las tradiciones celtas y la historia legendaria de las islas británicas y de Bretaña, especialmente aquellas centradas en el rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda. El poeta francés del siglo XII Jean Bodel creó el nombre según las líneas de su poema épico Chanson des Saisnes (“Canción de los sajones”):
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Introducción
Los libros del llamado Ciclo Artúrico constituyen un conjunto de textos literarios muy diversos que tienen su origen en la evocación de algunos hechos históricos mezclados con elementos del folclore celta. Si bien es cierto que el nombre de Arturo aparece ya en el siglo VII; no fue hasta principios del siglo XII que los historiadores anglo-normandos lo describen como "el rey de los bretones". Es entonces cuando se constituye el mito literario de un rey conquistador, capaz de derrotar al emperador de Roma e imponer la fe cristiana en Inglaterra, al tiempo que es un gobernante culto y generoso, cuya corte atrae a la élite de la caballería en busca de aventuras.
Alrededor de 1170, poco después de que María de France compusiera sus lais de tema artúrico, aparecen los primeros romans de tema bretón, escritos por Chrétien de Troyes, a quien se debe la mayor parte de los grandes temas artúricos: el amor adúltero entre Lancelot y Ginebra, el carácter seductor de Gawain y el mito del Grial.
Tras él, se desarrollan dos tipos de novelas de tema bretón. Por un lado, a los textos en verso, por lo general bastante cortos, centrados en un personaje o una aventura. Por otra parte, una serie de grandes textos en prosa que cuentan la historia del reino de Arturo combinando la la
materia de las crónicas "históricas" de Geoffrey de Monmouth y los roman de Chrétien de Troyes, en especial Lancelot y El cuento del Grial.
Compuesta en los años 1220-1230, un inmenso ciclo --El Lancelot-Grial-- cubre toda la historia de Bretaña, desde la llegada del Grial y la conversión de los bretones, hasta la batalla final que enfrenta a Arturo y Mordred en Salisbury, y la muerte de Arturo, trasladado a Avalón, la isla de las hadas.
A lo largo del siglo XIII, otros libros en prosa se componen con el mismo espíritu: el Perceval en prosa constituye otro gran ciclo del Grial, el Perlesvaus describe la violenta lucha de la caballería cristiana contra el paganismo. El Tristán en prosa integra la historia de Tristán e Isolda en el mundo artúrico.
Proponiendo un modelo universal de la caballería, los libros de la matería de bretaña, y, especialmente los del ciclo artúrico se extendieron por toda la Europa medieval. Pero, a partir del Renacimiento, conocieron un largo eclipse, y sólo dobrevivieron en Gran Bretaña gracias a la obra de Thomas Malory. Redescubierta en el siglo XIX por los románticos, la literatura artúrica volvió a ser una fuente de inspiración para los creadores y, desde la segunda mitad del siglo XX, se han hecho muchas adaptaciones para el cine y la televisión.
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