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Toda guerra lleva tras de sí un componente de cambio, una revolución. La Primera Guerra Mundial dinamitó los cimientos sobre los que se había edificado la prosperidad europea del siglo XIX. Tanto la revolución rusa, de octubre de 1917, como el fascismo italiano, de principios de la década de 1920, son muestras de desafíos directos al orden liberal y democrático heredado de la Europa prebélica.
Por supuesto, no se puede considerar que la Gran Guerra fuera la causante de estos movimientos rupturistas, ya que muchos de sus componentes y de las causas profundas que los originaron eran previos a la guerra, pero sí creó las circunstancias y las condiciones necesarias para su desarrollo.
La Europa de las dictaduras
Los totalitarismos europeos
El contexto histórico de la crisis
El fenómeno de los fascismos debe estudiarse en el contexto de su época, es decir, el período de entreguerras, y debe ser diferenciado de otro tipo de autoritarismo correspondiente a otras realidades distintas en el tiempo y el espacio.
Se suele utilizar el término «fascismo» no sólo para la doctrina de la Italia fascista, sino también para la de la Alemania nacionalsocialista y la de los demás regímenes que guardan ciertas analogías con los anteriormente citados, como son los casos del Portugal de Salazar o de la España de Franco.
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