1.- ¿Cuál es el país que mantuvo un predominio indiscutible en todos los ámbitos durante el
siglo XIX?
Respuestas
Desde luego, la Revolución Industrial requiere como uno de sus fundamentos los cambios tecnológicos y económicos que caracterizan a la industrialización. Sin embargo, exige también la concurrencia de unos fenómenos de naturaleza estrictamente sociológica, como el crecimiento demográfico acelerado; otros de carácter socio-económico, como las migraciones internas del campo a las industrias de las grandes ciudades; también de índole política, como el creciente protagonismo político de la burguesía y del proletariado obrero, y, finalmente, de fenómenos estrictamente culturales, como la progresiva universalización de la alfabetización, enseñanza primaria o el desarrollo de nuevas disciplinas científicas.
Es la conjunción articulada de esta amplia y diversa gama de fenómenos la que constituye la compleja realidad de la Revolución Industrial. Es su naturaleza heterogénea la que nos explica la amplitud fenomenológica e histórica de este
Respuesta:
LA ESTRUCTURA ECONOMICA INTERNACIONAL DEL SIGLO
XIX
Si nos trasladamos ahora del terreno político al ámbito económico, durante el
último cuarto del siglo XVIII vemos emerger en Inglaterra una serie innovaciones
científico-tecnológicas y de cambios económicos, cuyo desarrollo y difusión
internacional durante el siglo XIX trastocó la estructura de relaciones del capitalismo
mercantil imperante en los dos siglos precedentes. Semejantes mutaciones han sido
denominadas con el término de Revolución Industrial o también de capitalismo
industrial.
La Revolución Industrial: consideraciones generales y fases de
evolución
Cuando se aborda el estudio de la Revolución Industrial,
resulta imprescindible
aclarar algunos errores generados por la propia literatura científica y que,
afortunadamente, están siendo corregidos.
El primero de ellos tiene que ver con la propia naturaleza de los fenómenos que
incluimos bajo esta denominación. Originariamente la Revolución Industrial se
identificó con los fenómenos de naturaleza tecnológica y económica, es decir con la
industrialización, que estaban provocando cambios decisivos en el sector productivo
de carácter artesanal y en las relaciones de distribución comercial. Esta visión
economicista fue propiciada por el desarrollo paralelo de la ciencia económica, a
partir de la obra de Adam Smith: Investigaciones sobre la naturaleza y las causas de
la riqueza de las naciones (1776), y establecía una relación causal automática entre
la industrialización, el crecimiento de la riqueza y el desarrollo de los países, que ha
perdurado bajo diversas formulaciones hasta las teorías desarrollistas de la década
de los 50 en el siglo XX.
Desde luego, la Revolución Industrial requiere como uno de sus fundamentos
los cambios tecnológicos y económicos que caracterizan a la industrialización. Sin
embargo, exige también la concurrencia de unos fenómenos de naturaleza
estrictamente sociológica, como el crecimiento demográfico acelerado; otros de
carácter socio-económico, como las migraciones internas del campo a las industrias
de las grandes ciudades; también de índole política, como el creciente protagonismo
político de la burguesía y del proletariado obrero, y, finalmente, de fenómenos
estrictamente culturales, como la progresiva universalización de la alfabetización,
enseñanza primaria o el desarrollo de nuevas disciplinas científicas.
Es la conjunción articulada de esta amplia y diversa gama de fenómenos la que
constituye la compleja realidad de la Revolución Industrial. Es su naturaleza
heterogénea la que nos explica la amplitud fenomenológica e histórica de este