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Keith Allen Haring, un icono del grafiti, la generación pop y la cultura callejera de la Nueva York de los años 1980. Esta década debe lo mejor de su estética a este artista que supo convertir en iconos sus simples formas similares a dibujos animados. Su muy particular obra abarca desde el metro de Nueva York hasta el muro de Berlín.
Nacido en Pensilvania, empezó a dibujar inspirándose en los dibujos animados de la TV, una de sus principales fuentes de inspiración. Cuando le llegó el turno de hacerse un hombre, decidió estudiar arte en la Ivy School of Art de Pittsburgh trasladándose con posterioridad a la ciudad de Nueva York.
Es ahí donde empieza con sus grafitis a rotulador encima de los anuncios que había en el metro. Poco a poco fue construyendo un universo propio con estas figuras tan reconocibles que no tardaron en convertirse en iconos. El anonimato acabó por desaparecer, y Haring se convirtió en un artista a tener muy en cuenta también en los museos.
Como le sucedió a otros artistas de la época como Jean Michel Basquiat, Haring pasó de las calles más lumpen a los más prestigiosos museos y galerías del mundo.
Más tarde empezó a dibujar sus típicas historietas con tiza blanca sobre los paneles negros del metro reservados para publicidad (por ello sería arrestado en varias ocasiones al acusarlo de daño a la propiedad pública) y su estilo traspasó fronteras y élites culturales. Cualquier persona de cualquier país (casi) puede reconocer hoy en día una de sus figuras, aunque no sepa exactamente quién es el autor.
Cada vez metió más contenido político en su obra, expresando muy simple y complejamente a la vez conceptos como muerte, enfermedad, sexo y guerras.
Ya consolidado se convirtió en estrella en 1986 al pintar un trozo del muro de Berlín. Pero estaba ya enfermo. Murió víctima del SIDA en Nueva York en el año 1990.