Respuestas
Respuesta:Hace años, Ángel Rósenblat1 explicaba que son muy diferentes las opiniones que sobre la diversidad del español pueden dar los turistas, los puristas o los filólogos. A un turista español que llegue a México escribía le sorprenderá que en el desayuno le ofrezcan bolillos (cierto tipo de pan blanco), que en la calle pueda abordar un camión (autobús) o pedir un aventón (autostop), que en el teléfono le contesten ¡bueno!, que ahí las casas se renten (se alquilen), que pueda acompañar sus bebidas con botanas (tapas), que haya establecimientos como las loncherías (cierto tipo de cafeterías modestas), tlapalerías (ferreterías donde se venden también pinturas), misceláneas (pequeñas tiendas de comestibles), rosticerías (asadores), etc. Aceptando que existen diferencias considerables en el léxico de las diversas regiones del extenso mundo que habla español, a las que además deben sumarse las que se originan por razones sociales, es asimismo indudable que hay también un enorme caudal léxico común a todos los hispanohablantes, observable por ejemplo en la literatura. Esto no quiere decir de ninguna manera que estén desapareciendo las diferencias regionales. Lo que habría que determinar es si tenía o no razón el mismo Rósenblat (32) cuando escribía aquello de que las designaciones básicas (parentesco, partes del cuerpo, objetos más comunes, fórmulas de la vida social...) son comunes a todos: "Al pan lo seguimos llamando pan, y al vino, vino. Por encima de ese fondo común las divergencias son sólo pequeñas ondas en la superficie de un océano inmenso".
Explicación: