Respuestas
Respuesta:
objeto más utilizado... mmm.a ver...
Explicación:
El “teatro de objetos” se refiere a un teatro en cuyo centro no se encuentra la figura humana (en forma de actor, títere u otra representación), sino objetos, en su sentido más amplio, que la dramaturgia favorece en detrimento de la forma verbal. Se trata de un teatro con predominio de lo visual, más emparentado con las artes figurativas que con otras formas del teatro. El actor, cuando existe, se integra en el espacio, a veces a través de elementos escenográficos o del vestuario, y no interpreta necesariamente un personaje. El ser humano puede ser reducido al estado de objeto o ser sólo pura presencia escénica, entre otras, al lado de objetos que adquieren su propia existencia a través de la dignidad artística que se les concede. Bastidores móviles, máscaras, figuras, construcciones mecánicas, telones de fondo automatizados, efectos de luz e imágenes en movimiento son protagonistas del acontecimiento escénico y no (como suele ocurrir en el teatro de actores) simples elementos complementarios de la representación.
La historia del teatro, considerando todas las épocas y culturas, ofrece verdaderamente ejemplos de objetos escénicos con funciones simbólicas, ya sean o no previstos expresamente por la dramaturgia, pero estos objetos significantes no poseían realmente el estatus de personaje. Desde finales del siglo XIX, al mismo tiempo que se afirmaba la puesta en escena, configuradora de un marco unitario donde cada elemento contribuía al espectáculo, los objetos se yuxtaponían a los actores y se convertían en elementos esenciales para expresar el sentido de la representación. En la poética simbolista, el objeto adquiere toda la importancia de un signo transcendiendo la realidad. Con Ubu roi (Ubú Rey, 1896) y en sus textos teóricos, Alfred Jarry cuestiona el estatus naturalista del objeto escénico. La elección de este último puede ser arbitraria y romper el marco escénico llamando a la desproporción, la alusión, a la falta de lógica, a la polisemia, a la ambigüedad o a la pura inversión de sus funciones.