• Asignatura: Geografía
  • Autor: mariamfernandaurrego
  • hace 8 años

por favor me ayudan con un poema para mujer​

Respuestas

Respuesta dada por: mari110
1

Respuesta:

Espero que te sirva❤ te muestro 2 ideas

Explicación:

Érase una faz

de la apariencia,

y otra muy distinta,

de las vivencias.

Bien, la primera

emitía un sonido

de lo más tranquilo.

Siempre asintiendo,

mas jamás certero.

Siempre a medias,

nunca hacia extremos.

Y la segunda, mientras,

quemábase por dentro.

Ardiendo, siempre ardiendo,

sin dejar saberlo.

Ni siquiera el propio cuerpo

tenía constancia

de la gran abundancia

de esta llama.

Y claro es que así,

sin conciencia,

iba abriendo

una herida abrasada

en las hormigas y pisadas,

hasta que un día

se hartaron y salieron.

Bueno, en realidad esto

aún no ha pasado.

Pero seguimos ardiendo

y alguna vez de poco dentro

saldremos e incendiaremos

a quienes brujas, débiles

y más nombres nos llamaron,

y sin derechos nos quisieron.

Y todo porque equilibrarnos

ellos prohibieron,

y además a estas alturas

apagarnos

sigue siendo su fuego.

En tus ojos he visto mujer, 

motor y pilar de la vida, 

aún cuando ésta se pone cruel 

y te convierte en víctima.

He visto en ti la esperanza 

cuando todo se rompe 

y pervierten tu esencia.

Te he visto… 

entre desastres naturales y guerras, 

como moneda de cambio 

de un mundo en conflicto, 

que contigo, violento se ensaña.

Mujer sin nombre vulnerada en tus derechos. 

Mujer de rostro marcado por el ácido 

mostrando tu desgarro; 

aguantando un día más… Uno más. 

Aunque nada quede en pie, 

aunque el hedor a vacío y a muerte 

se agarre despiadado sobre tu piel… 

tú aguantarás.

Aquí… 

tu dolor se diluye 

al apagar el televisor. al apagar el televisor.


mariamfernandaurrego: Gracias
Respuesta dada por: juanandreslucenagpza
0

Respuesta:

Érase una faz

de la apariencia,

y otra muy distinta,

de las vivencias.

Bien, la primera

emitía un sonido

de lo más tranquilo.

Siempre asintiendo,

mas jamás certero.

Siempre a medias,

nunca hacia extremos.

Y la segunda, mientras,

quemábase por dentro.

Ardiendo, siempre ardiendo,

sin dejar saberlo.

Ni siquiera el propio cuerpo

tenía constancia

de la gran abundancia

de esta llama.

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