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Respuesta:
El mito de Perseo confirma el destino del que huimos.
El mito de Perseo nace con una lluvia de oro. Así se aparece el gran Zeus para seducir a la bella Dánae, a la que su padre, Acrisio, había encerrado en un sótano resguardada de cualquier posibilidad de contacto con un hombre.
Y todo porque el rey Acrisio quiso evitar los augurios del destino. Como solo tenía una hija, acudió al gran Oráculo de Delfos -al que iban todos los griegos de la Antigüedad para conocer su futuro- ya que quería saber qué podía hacer para tener un hijo varón.
El Oráculo de Delfos, como era habitual en él, no respondió a su pregunta, sino que le dio otra respuesta sobre su futuro: moriría asesinado por su nieto.
Esta gran amenaza del destino atenazó tanto a Acrisio, que encerró a su propia hija para evitar el mal augurio del oráculo.
Sin éxito. El mismísimo Zeus se encargó de fecundar a s hija Dánae, que engendró a Perseo. Acrisio entonces encerró a ambos en un cofre -casi un ataud- y los lanzó al mar. Hasta que llegaron a la isla de Sérifos.
Años más tarde, Perseo se ha convertido en un hábil guerrero.
Para agradar al rey Polidectes, Perseo parte de Sérifos para traerle como presente la cabeza de Medusa, una de las tres Gorgonas, que podía convertir en piedra a los hombres sólo con la mirada.
Ayudado por los dioses, Perseo consigue su propósito
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