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Para contar con elementos que permitan determinar el derrotero de la democratización en México, se requieren estudios específicos sobre las relaciones políticas que proporcionen pistas sobre el proceso más general. Con este propósito, el siguiente texto, resultado de una investigación teórico–empírica realizada de 1997–2006, tiene como objetivo exponer las características de los vínculos entre ciudadanía,2 gobierno y partidos políticos, sus efectos político–culturales y su repercusión en las posibilidades de profundizar y ampliar las actitudes y prácticas sociales de carácter democrático en la ciudad de México.
Para alcanzar dicho objetivo, en la primera parte se expone una estrategia teórico–metodológica cuyo propósito es responder a tres problemas: primero, cuáles son las características de la interinfluencia entre cultura y política;3 segundo, cómo delinea ésta las prácticas político–culturales4 prevalecientes en las relaciones políticas, y, finalmente, qué implicaciones tienen dichas prácticas en las posibilidades de ampliar las relaciones democráticas en la capital del país. En la segunda parte se aborda la forma en que las relaciones políticas entre los habitantes de la capital del país y los candidatos a diputados locales, federales y jefes delegacionales configuran la ciudadanía, y cómo acota y redefine ésta las prácticas proselitistas de los partidos políticos. Igualmente, se expone cómo la interinfluencia partidaria ha modificado el quehacer proselitista.5 En la tercera parte se transita de la interacción a la participación y se exponen las características de la participación ciudadana6 organizada, particularmente la de los actualmente desfallecientes comités vecinales y las comisiones de asamblea vecinal, así como la relación de estas formas de representación con otros ciudadanos y con los gobiernos locales (delegacionales).7
Finalmente, se hace una reflexión sobre los procesos anteriores que, si se quiere, integran un collage, el cual, sin embargo, visto en su conjunto, proporciona pistas sobre la dinámica política de una megalópolis tan vasta y diversa como la ciudad de México. Esa perspectiva, que entrelaza los resultados obtenidos desde diversos ámbitos de investigación, es la aquí expuesta.8
De las orientaciones habitualmente utilizadas para analizar los problemas relacionados con la instauración o el fortalecimiento de la democracia —la política, la legal–organizacional y la participativa (Brachet–Márquez, 2001: 27–28)—, el estudio se ha inclinado por esta última, buscando explicar los procesos mediante los cuales, en su caso, la ciudadanía influye en la política y en la distribución del ingreso social.
Se parte de un enfoque cultural que profundiza en la interrelación social como estrategia para entender tanto la conexión entre cultura y política como la forma en que ella afecta las posibilidades de impulsar relaciones democráticas más amplias. Con este propósito, se muestra la influencia cultural de las instituciones (gubernamentales o partidarias) en la cultura ciudadana y, a la vez, cómo se modifica la cultura institucional al vincularse con los ciudadanos.
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