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Otra clara representante del hogar —pero que merece entrada aparte— es Teresa Panza[1], la «costilla» de Sancho, ejemplo de buena madre, simple pero con gran sentido común, que sabe dar buenos consejos (por ejemplo, a su hija, al decirle que debe casarse con alguien que sea su igual). Aunque algo cambia su carácter cuando su marido llega a gobernador: mantiene correspondencia con la Duquesa, quiere llegar a condesa, se esponja al imaginarse por encima de las hidalgas del lugar, va por todas partes mostrando feliz su collar de corales y anhela pasearse en coche, máximo signo de distinción social, muy satirizado por la literatura burlesca de la época.
Según Robert Piluso[2], el matrimonio feliz en la obra cervantina es aquel que tiene buenos hijos. Y el de Sancho y Teresa Panza es un buen ejemplo de ello. Con sus catorce años, Sanchica representa la inocencia rústica. Buena y obediente, es un personaje entrañable, una inocente hija que también será objeto de burla(indirecta) cuando Sancho sea gobernador: en efecto, Sanchica vive con emoción el momento en el que se entera por una carta de que su padre ha obtenido ese cargo. Así le cuenta Teresa a su marido en su misiva de respuesta: «A Sanchica tu hija se le fueron las aguas sin sentirlo de puro contento» (II, 52, p. 1059).