¿Qué debemos hacer para decir las cosas sin gritar?

Respuestas

Respuesta dada por: angelzecenarrocalisa
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Intentar no repetir las cosas mil veces. No sé si a ti te pasa, pero a mi, como repita muchas veces las cosas me voy acelerando. Por un lado me enfada

Intenta hablar menos, no enrollarte en explicaciones largas.

Si eres una personas muy activa, que hablas rápido, haces muchas cosas… intenta bajar el ritmo: habla más despacio y haz las cosas más lenta. Esto último, el bajar el ritmo, te ayudará a tomar conciencia y a conectar contigo misma.  

espero sirva

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Respuesta dada por: franciscoalber82
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Respuesta:

La mayoría de los padres piensan que deberían dejar de gritar a sus hijos pero luego, sin darse ni cuenta, se sorprenden a sí mismos recurriendo una y otra vez al grito. Parece que nuestros hijos no obedecen hasta que, hartos de repetir la misma orden, se la gritamos. Es verdad que el grito llama su atención en un primer momento, pero a la larga dejará de tener efecto y entonces ¿qué haremos? ¿Gritar más fuerte, gritar más rato, vivir a gritos?

¿Es posible educar sin gritar?

os dejo también mi explicación en vídeo

Evidentemente sí. De hecho debería ser nuestra elección. Nuestros hijos han aprendido a no obedecer hasta que nos ven realmente enfadados y este es un mal hábito que han adquirido. Por lo tanto, es un hábito que debemos hacer desaparecer y generar uno más saludable. Gritar entrena a nuestros hijos a no escuchar hasta que se les levanta la voz. Cuanto más lo usamos, más los entrenamos y más nos costará que obedezcan sin necesidad de gritar.

Dejar de gritar no es fácil porque supone tener un gran autocontrol sobre nuestras emociones sobre todo de la ira y la rabia que nos genera ver la desobediencia diaria en nuestros hijos. Es un entrenamiento que lleva tiempo. Primero sabremos frenarnos al minuto de estar chillando, pero poco a poco, seremos capaces de frenar antes de empezar a gritar, es cuestión de proponérselo, es cuestión de añadirlo a la lista de objetivos del 2021.

Y para que vosotros hagáis como yo y pongáis este deseo en vuestra lista, os voy a dar 5 razones para dejar educar sin gritar que os convencerán:

1. Gritar convierte a los niños en sordos

Cualquier explicación o aprendizaje que queramos darles con el grito será inútil, porque los oídos de nuestros hijos se cierran automáticamente después de oírlo. Después de una interacción negativa nadie está dispuesto a escuchar con verdadera atención y con ganas de aprender y mejorar, eso solo se consigue con interacciones positivas. Si queremos hacer mejores a nuestros hijos, no lo conseguiremos a gritos.

El grito es una respuesta de agresividad, no de asertividad, que provoca en el que lo escucha una respuesta similar. Tal vez, en la infancia no nos respondan gritando pero es cuestión de tiempo que ellos también usen el grito como respuesta.

2. Gritar no ayuda a gestionar las emociones

Nosotros somos un ejemplo de comportamiento de nuestros hijos. Cuando perdemos el control y gritamos, lo que les enseñamos es a gestionar la ira y la rabia con agresividad. Conseguiremos unos adolescentes llenos de rabia que gritan y pierden el control delante de la explosión de emociones que se tiene en esa etapa evolutiva. Si nosotros ayudamos a nuestros hijos a gestionarlo de otra manera, con autocontrol, con calma, hablando abiertamente de las emociones en casa, ellos aprenderán a dar respuestas más adecuadas a la ira y a la rabia. Si oyes gritos aprendes a gritar.

Gestionar emociones como la ira o la rabia no es nada fácil. De hecho es probable que a muchos de nosotros nadie nos enseñara a hacerlo. Por eso, a veces, nos es muy difícil controlarnos y no gritar. Al final es un aprendizaje que nosotros también tenemos que hacer.

3. Gritar asusta a nuestros hijos

Ellos sienten miedo al principio y después rabia e impotencia. ¿Es miedo lo que queremos que sientan nuestros hijos? Seguro que no, nuestra intención cuando gritamos es que obedezcan, que aprendan, que hagan lo correcto, que nos respeten, etc… pero no queremos provocarles miedo. Por lo tanto, con nuestra actitud no conseguimos el efecto que queremos: el respeto se gana respetando, la obediencia se gana con paciencia, los aprendizajes requieren un tiempo y un esfuerzo y que hagan lo correcto dependerá en gran medida de nuestro propio comportamiento.

4. Gritar los aleja

Cada vez que les gritamos, ponemos una piedra de un muro que nos separa. Perdemos autoridad positiva, perdemos respeto, perdemos comunicación, ganamos distancia, ganamos frialdad en las relaciones, ganamos más gritos y ganamos malestar emocional.

5. A más gritos, menos autoestima

Educar a gritos tiene un efecto nefasto sobre la autoestima de nuestros hijos. Lejos de sentir que estamos orgullosos de sus logros y sus esfuerzos, lo que sienten es que nunca están a la altura, hagan lo que hagan, siempre aparecen los gritos y borran cualquier sentimiento de haber hecho algo bien. Un grito tiene tanta fuerza que puede borrar los elogios que le haya podido hacer a lo largo del día. Nuestro hijo/a solo recordará el grito y lo que ha hecho mal. Por eso aumenta la sensación de no hacer nunca nada bien.

Explicación:

espero y te sirva coronita si si

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