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Comercio y contrabando en el siglo XVIII
Flotas y galeones
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Mediante el sistema de flotas y galeones impuesto en el siglo XVI, la corona española aseguró el monopolio comercial y vigiló el tráfico trasatlántico, protegiendo el comercio de los ataques piratas y corsarios de sus adversarios europeos. Dos flotas, compuestas por mercantes y galeones provistos de artillería cruzaban anualmente el océano Atlántico rumbo a América, donde se celebraban grandes ferias en Veracruz, Cartagena de Indias y Portobelo. Desde allí los bienes europeos, en propiedad de los grandes mercaderes indianos, se trasladaban a los centros distribuidores: desde Veracruz a México, donde se almacenaba, distribuía y revendía a todo el virreinato del norte. Desde Cartagena de Indias se abastecía a toda Nueva Granada. Desde Portobelo el cargamento de los galeones atravesaba el istmo de Panamá y en esa ciudad se reembarcaba hacia el Callao, donde se almacenaba y distribuía al resto de Sudamérica.
El monopolio comercial establecido por España con sus colonias ha originado la idea de que la imposibilidad de comerciar libremente habría producido un estancamiento en el desarrollo económico de las colonias, mientras España se enriquecía beneficiada por la exclusividad del tráfico. Esta situación habría provocado una tensión entre criollos y españoles y habría repercutido profundamente como una de las causas de la Independencia. El historiador Sergio Villalobos ha demostrado que esta idea es un mito historiográfico ya que en el siglo XVIII el monopolio comercial estaba ampliamente sobrepasado por la fuerza y autonomía que paulatinamente adquirió el contrabando y por las medidas que la corona debió implementar para contrarrestarlo.