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Según se cuenta San Antonio fue tentado por el demonio en muchas ocasiones en el desierto, estimulando este episodio de la vida del legendario santo, múltiples representaciones en donde los artistas dan rienda suelta a su imaginación, por ejemplo El Bosco lo sitúa en una ribera, bajo una soledad desconcertante y meditabunda, en tonos ocres, verdes y azules, el santo parece apelar por más fuerzas a Dios, bajo el tronco de un árbol que apenas protege la humanidad del ermitaño, como si fuera esta morada improvisada una semblanza visible o demostrativa de la vida austera del habitante del monte Colzim (cerca del mar rojo). Además en la obra del Bosco se puede apreciar que el Santo está rodeado de minúsculos adefesios, en algunos se descubre una apariencia roedora, ratas que marchan a paso firme, quizás a donde el santo, me llama la atención que este extraordinario artista utilizara a un tipo de ave como representación demoniaca en pro del tormento, o desfigurara descomunalmente los desproporcionados bultos que se aprecian en esta iconografía