¿Cuál es la actitud que asumen los burgueses capitalistas frente a las condiciones de explotación de los obreros?
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La historia de todas las sociedades humanas habidas hasta hoy ha sido la historia de la lucha de clases. Hombre libre y esclavo, patricio y plebeyo, barón y siervo de la gleba, maestro y oficial del gremio, en una palabra, opresores y oprimidos se enfrentaron en perpetuo antagonismo, librando una lucha incesante, a veces encubierta y a veces franca, lucha que se saldó en cada caso con una transformación revolucionaria de toda la sociedad o bien con el hundimiento conjunto de las clases enfrentadas.
El descubrimiento de América y la circunnavegación de África abrieron nuevos caminos a la burguesía en ascenso. El mercado de las Indias Orientales y de la China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, el aumento de los medios de cambio y de las mercancías en general dieron al comercio, a la navegación y a la industria un auge nunca visto y, con ello, un rápido desarrollo al elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición.
La gran industria ha creado el mercado mundial previamente preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial ha permitido un ingente desarrollo del comercio, la navegación y las comunicaciones por tierra. Este desarrollo ha repercutido, a su vez, en la ampliación de la industria. Y en la misma medida en que se ampliaban la industria y el comercio, la navegación y los ferrocarriles, se desarrollaba también la burguesía, aumentando sus capitales y desplazando a un segundo plano a todas las clases originarias de la Edad Media.
Vemos, pues, cómo también la burguesía moderna es el producto de un largo proceso de desarrollo, de una serie de transformaciones radicales de los modos de producción e intercambio. Cada una de estas fases de desarrollo de la burguesía iba de la mano del correspondiente progreso político. Estamento oprimido bajo la dominación de los señores feudales, asociada después en comunas armadas y con administración autónoma, república ciudadana independiente en unos sitios, tercer estado tributario de la monarquía en otros, fue más tarde, en la época de la manufactura, contrapeso frente a la nobleza en el seno de la monarquía estamentaria o absoluta; en todo caso, fundamento social de las grandes monarquías hasta que, finalmente, consiguió con su lucha establecer su dominación política exclusiva en el moderno estado representativo sobre las dos premisas de la gran industria y del mercado mundial.
El poder estatal moderno equivale al Consejo de Administración de los intereses generales del conjunto de la burguesía.
La burguesía ha desempeñado en la historia un papel eminentemente revolucionario.
La burguesía despojó de su halo de santidad a todas las actividades contempladas hasta entonces con piadoso temor como venerables, convirtiendo en sus sirvientes a sueldo al medico, al jurista, al cura, al poeta y al hombre de ciencia.
La burguesía arrancó el velo patético-sentimental que encubría las relaciones familiares reduciéndolas a una mera relación de dinero. La burguesía puso al descubierto que los alardes de fuerza bruta que la reacción tanto admira en la Edad Media, hallaban su adecuado complemento en la más indolente haraganería.
La burguesía no puede existir si no es revolucionando de continuo los instrumentos de producción, las relaciones de producción y, consiguientemente, la totalidad de relaciones sociales. Las clases productivas anteriores tenían, por el contrario, como primera condición de su existencia el mantenimiento, sin variaciones, del viejo sistema de producción. La incesante transformación a fondo de la producción, la ininterrumpida conmoción de todo el sistema social, la inseguridad y el movimiento perpetuos son precisamente los rasgos característicos de la época de la burguesía respecto a las demás. Todas las relaciones rígidas y enmohecidas, con su acompañamiento de ideas y concepciones de venerable tradición, quedaron disueltas y las recién constituidas envejecen antes de adquirir consistencia. Todo cuanto era estamental y estable se esfuma; todo lo santo es profanado y los hombres se ven finalmente forzados a contemplar con prosaica frialdad su posición en la vida y sus relaciones interpersonales.