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Resumen
Las libertades básicas y los bienes que contemplan los derechos humanos constituyen los principios de la justicia social y política en los Estados modernos, estos bienes son producto de la evolución histórica, política, cultural y filosófica de la modernidad. Por tal motivo, llevan en sí una conceptualización de lo que es y debe ser la existencia humana; en consecuencia, lo justo sería que toda persona, en una sociedad, se encuentre en posesión de dichos bienes y libertades.
Palabras clave: justicia, derechos humanos, bien común, comunidad política, democracia.
Abstract
Basic freedoms that include human rights are the principles of social justice and politics in modern states, these goods are the product of historical, political, cultural and philosophical modernity. For this reason, carry within them a conceptualization of what is and should be human existence, and consequently it would be fair to everyone in a society, is in possession of such property and liberties.
Key words: justice, human rights, welfare, political community, democracy.
La justicia es, en cierta medida, una distribución equitativa de los bienes y de los males que a cada quien le corresponden: "es dar a cada cual aquello que se le debe".2 La esencia de la justicia es la idea de bien y la repartición equitativa de aquellas cosas que se consideran un bien común. He aquí su relatividad y ambigüedad, pues no hay nada más relativo que la idea de bien ni más ambiguo que aquello que se considera un bien. Lo que una persona o un pueblo consideran un bien depende de su racionalidad y de sus deseos, así como de las circunstancias particulares e históricas en las que se encuentra.
Esta percepción de la justicia no se ha alterado, significativamente, con el transcurrir del tiempo; Rawls, en su Teoría de la justicia, propone una definición que gira en torno a los mismos elementos: "los principios de la justicia social proporcionan un modo para asignar derechos y deberes en las instituciones básicas de la sociedad y definen la distribución apropiada de los beneficios y las cargas de la cooperación social".3 En este sentido, "cada persona tiene que decidir mediante la reflexión racional lo que constituye su bien, esto es, el sistema de fines que para él es racional perseguir, del mismo modo un grupo de personas tiene que decidir de una vez y para siempre lo que para ellas significará justo o injusto".4 Puede decirse que lo que cambia y se transforma con el transcurrir del tiempo es aquello que se considera un bien; en consecuencia, lo que en un tiempo es justo no necesariamente lo es en otro; ni siquiera los individuos de una misma época se ponen de acuerdo en lo que es justo; pues,
[...] lo que de algún modo es objeto de cualquier apetito o deseo humano es lo que con respecto a él se llama bueno. Y el objeto de su odio o aversión malo [...] ninguna regla de bien y de mal puede tomarse de la naturaleza de los objetos mismos, sino del individuo (donde no existe Estado) o (en un Estado) de la persona que lo representa o de un árbitro o juez a quien los hombres permiten establecer e imponer [...] su regla del bien y del mal.5
La percepción del bien y del mal se encuentra, en primera instancia, en el plano de la sensación y del deseo.
Las cosas, por lo tanto, son buenas o malas solamente en relación al placer o al dolor. Llamamos bueno aquello que es capaz de causar o de aumentar en nosotros el placer o de disimular el dolor: o bien, lo que es capaz de procurarnos o de conservarnos la posesión de cualquier otro bien [...] llamamos mal aquello que es capaz de producir o de aumentar en nosotros cualquier dolor, o de disminuir cualquier placer.6
En consecuencia, el placer y el dolor, el bien y el mal, son los pivotes sobre los cuales giran nuestras pasiones; por esta razón, las ideas de bien y de mal estructuran la vida y la existencia humana. La pasión, y no la razón, es lo que mueve a los individuos y a los pueblos. Es el principio de las acciones humanas y afecta tanto al cuerpo como al alma7 (Mens: mente, inteligencia, razón). El objeto de deseo, el fin deseado, es aquello que pone en movimiento al pensamiento; en este sentido, no hay pensamiento ni movimiento sin deseo. Quizá por esta razón Montesquieu señale que los principios políticos de un gobierno son "las pasiones humanas que lo ponen en movimiento".8 Las leyes, y los criterios de justicia, deben estar en función de los principios políticos.
Explicación:
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