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En el altiplano andino (zona de la cordillera de los Andes compartida por Ecuador, Perú,
Bolivia, Argentina y Chile. Desde la época precolombina existen dos tipos de zampoñas
nativas llamadas siku o sikuri en lengua aimara y antara, que siguen siendo utilizadas en la
música folclórica de estos países. En varias regiones de Argentina se le llama también
cicus.
En la Grecia antigua, se conocía este instrumento con el nombre de siringa (en griego
σΰριγγος, síringos) en honor a la náyade Siringa (Σΰριγξ, Sýrinx), una ninfa que el dios Pan
trató de violar y fue convertida en caña. También se la conoce como Flauta de Pan.
En Rumania, existe también una zampoña conocida como nai.
Existe una tercera zampoña andina conocida como rondador, que se piensa tuvo su origen
en el Ecuador y sur de Colombia también durante la época precolombina y es muy similar
al capador, que es una zampoña que fue utilizada por los chibchas en rituales religiosos y
se ha encontrado en excavaciones arqueológicas . Estas se asemejan al trino de los
pájaros.
La Zampoña es un instrumento que se ha extendido por todos los continentes y a pesar de
las diferencias que presenta, según el contexto cultural en que se ha desarrollado,
conserva rasgos comunes, no sólo en lo referente a su construcción, sino también en su
papel social relacionado con ceremonias, rituales, poderes mágicos, hechizos de amor,
etcétera.
Familia de la Zampoña
Toyos: sonido grave (su registro se extiende del re 1 al re 2).
Zankas: una octava más alta que los toyos (su registro se extiende del re 2 al re 3).
Maltas: una octava más alta que las zankas (su registro se extiende del re 3 al re 4).
Chulis: una octava más alta que las maltas (su registro se extiende del re 4 al re 5).
Muchas Zampoñas están hechas de dos hileras de tubos complementarias, combinan una
hilera de 6 tubos denominada ira con otra de 7 tubos denominada arka, de tal forma que
la escala se completa entre las dos hileras.
Arka e ira tienen un significado místico en el mundo andino; pueden representar al
hombre y la mujer, al día y la noche, a la luz y la oscuridad, las fuerzas opuestas de la
naturaleza que juntas representan la totalidad de las cosas. Cuando la forma de tocar es
alternada entre dos o varios ejecutantes (a lo que se le llama ‘trenzar’), el hombre andino
está proyectando este principio