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Respuesta:
Lo que sigue es lectura de lo que Aristóteles escribe acerca de la sabiduría primera (sofía próte, o, también, philosophía próte). Para ello, sigo principalmente lo que se conoce como su “Metafísica” (TA META TA PHYSIKA), una colección de escritos diversos pero bien ordenados que están dedicados específicamente a esa ciencia primera. El hilo argumental, a lo largo del libro, es claro y perfectamente coherente, aunque haya a veces repeticiones y disrupciones, debidas, sin duda, a que se trata de textos redactados independientemente. Lo que Aristóteles dice en sus otros libros (en los de la Física o los Analíticos, por ejemplo) es completamente consistente con lo que dice en esta colección de libritos de filosofía primera, y, por supuesto, también todas las partes de esta colección son perfectamente consistentes entre sí.
Explicación:
La filosofía primera o sabiduría es, según Aristóteles, la ciencia, saber o teoría de las primeras causas y los primeros principios. Es la única realmente libre porque es independiente, tanto de la utilidad o la práctica material como de las demás ciencias o teorías: se la busca por sí misma y se basta a sí misma. Es ella la que da sus principios a todo lo demás, tanto a las otras ciencias, segundas, como a la práctica. Esta auto-nomía y auto-referencia es propia de la sabiduría primera, y de ninguna otra, como se verá insistentemente.
Aristóteles, se cuentan innumerables anécdotas. Diógenes Laercio en su conocida obra Vidas de filósofos ilustres recoge algunas. La que hemos seleccionado comienza con una buena pregunta: ¿cuál es la diferencia entre los sabios y los ignorantes?
Preguntado en qué se diferencian los sabios de los ignorantes, respondió: "En lo que los vivos de los muertos". Decía que "el saber, en las prosperidades sirve de adorno, y en las adversidades de refugio. Que los padres que instruyen a sus hijos son preferibles a los que solamente los engendran, pues éstos les dan la vida, pero aquellos la vida feliz”. (Diógenes Laercio, Vidas de filósofos ilustres)
La lectura de las obras de Aristóteles produce casi siempre la sensación de que este autor sostiene de un modo extremadamente sintético lo que uno ha pensado desde siempre, pero no sabía decirlo o no había caído en la cuenta. En esta cita de Diógenes Laercio