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Respuesta:
En los comienzos del cristianismo no había diferencia entre los diferentes obispos, aunque tras el cese de las persecuciones romanas surgió la necesidad de unificar las creencias y centralizar el poder.3 En el rastreo del primado papal, Dámaso I , se presentó como un nexo espiritual entre los cristianos del Imperio Romano de Occidente y de Oriente, mientras se mostraba intrasigente con las doctrinas contrarias a las establecidas en los concilios. Al mismo tiempo que el poder de la Iglesia cristiana iba creciendo en Europa, el de los emperadores disminuía. En 568 los lombardos invadieron la península estableciendo el Reino lombardo. Cuando entraron en Italia, algunos lombardos conservaron su forma nativa de paganismo, mientras que otros eran cristianos arrianos, de ahí que no tuvieran buenas relaciones con la Iglesia católica, a la que persiguieron con celo.7 El fracaso de los emperadores para enviar ayuda dio lugar a que los papas se encargaran de la alimentación de la ciudad con el grano de la hacienda papal.
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