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A inicios del año 2017, en Ecuador aún miramos con distancia a un gran número de países que están realizando cambios estructurales en sus economías, bajo una nueva forma de entendimiento con respecto a la cadena de producción. Este proceso ha sido definido como la Cuarta Revolución Industrial.
De la revisión histórica, podemos apreciar que hace aproximadamente dos siglos las máquinas cambiaron la forma de trabajo de los hombres, se sustituyeron procesos manuales por procesos industriales apoyados principalmente en la máquina de vapor, a esto se le llamó Primera Revolución Industrial y tuvo su origen geográfico en Reino Unido.
De forma posterior, a finales del siglo XIX, Estados Unidos protagonizó gran parte del proceso que institucionalizó a las energías de origen fósil y eléctrica como la fuente sustituta para alimentar las máquinas, que con cada vez un alcance mayor participaban en los procesos productivos, lo que se conoce como Segunda Revolución Industrial.
Por último, la Tercera Revolución Industrial ocurrió durante la segunda mitad del siglo XX, etapa en que los medios de comunicación y almacenamiento de información sufrieron cambios acelerados, gracias a la computación y el internet.
Ahora bien, los técnicos de la materia nos dicen que la Cuarta Revolución Industrial vino para quedarse. Entramos a la era en que la robótica participa en las cadenas productivas de todos los sectores; el mapa genético se abre para generar posibilidades de estudio que transformen el sistema de salud; las impresoras tridimensionales sustituyen a fábricas y complejos industriales, permitiendo que el usuario final atienda sus necesidades específicas de forma personalizada.
¿Y el Ecuador? La interrogante que les invito a contestar es si el Ecuador está actuando bajo los lineamientos y paradigmas que conceptualizan la Cuarta Revolución Industrial. Me pregunto: ¿si en las escuelas se enseña a los niños la importancia de la programación?, ya no solo como un ítem para incluir en su hoja de vida y que les permita encontrar trabajo, sino como la herramienta indiscutible que requieren para desenvolverse en el mundo digital.
Es hora de que tomemos acciones para que nuestro país no se quede fuera de este hito de la historia, que no solamente está pasando, sino que revolucionará de forma radical la forma en que conocemos la economía, el trabajo, la comunicación, la salud, los medios de transporte y todo el mundo como hasta el día de hoy nos rodea.