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La productividad de las tierras de regadío es aproximadamente tres veces superior a la de las de secano. Más allá de este dato global, existen muchas razones para destacar la función del control de los recursos hídricos en la agricultura. La inversión en la mejora de los regadíos supone una garantía frente a las variaciones pluviométricas y estabiliza la producción agrícola, impulsando la productividad de los cultivos y permitiendo que los agricultores diversifiquen su actividad. Ello tiene un reflejo en un incremento y una menor volatilidad de los ingresos agrícolas.
A su vez, un sistema de producción predecible y estable tiene un efecto positivo en los proveedores de servicios para el sector, incrementando el efecto multiplicador no agrícola de la inversión. Además, la inversión en el fomento de aguas revaloriza la tierra. Las obras en pequeña escala para el acopio de aguas, el riego y el drenaje realizadas con mano de obra local son viables económicamente y, una vez que se ha instalado la infraestructura básica con financiación pública, también se hace viable una mayor inversión privada. Entre los efectos indirectos adicionales del fomento de aguas se encuentran la mejora de la nutrición a lo largo del año, un mercado laboral rural más activo, una menor emigración y una menor presión agrícola sobre las tierras marginales.
Perspectivas regionales. La temática y los retos relacionados con el control del agua en la agricultura varían de una región a otra conforme a las condiciones socioeconómicas y agroclimáticas. A continuación se examinan tres regiones del mundo donde el control de las aguas agrícolas ha sido esencial y se estudian brevemente sus perspectivas.
África. Un desarrollo social y económico sostenible en África se basa necesariamente en el desarrollo de su sector agrícola, del que depende un 70 por ciento de su población y un 80 por ciento de sus pobres. Sin embargo, tan solo un 7 por ciento de la superficie cultivable de África es de regadío, dato que se rebaja al 4 por ciento para el África subsahariana. Por el contrario, la superficie de regadío supone el 38 por ciento de la tierra cultivable en Asia. Como resultado de ello, el África subsahariana utiliza menos de un 3 por ciento de sus recursos hídricos, en comparación con un 20 por ciento en Asia. Dado que un tercio de la población del África subsahariana está subnutrido y que su actual población de 700 millones de habitantes llegará previsiblemente a los 1 200 millones en 2030, están claras las oportunidades para mejorar los medios de vida de las comunidades rurales a través del control de los recursos hídricos. y ya
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En saliba
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