Respuestas
El siglo XX no fue mejor. Las potencias extranjeras pusieron y quitaron reyes y gobiernos, provocando una fuerte inestabilidad política que desembocó en la intervención de la URSS en el país. Esa guerra fue el Vietnam soviético. En 1989, diez años después de la invasión, las tropas de la URSS se retiraban de Afganistán. Estas fueron las principales claves de la guerra afgano-soviética:
1. Mosaico de tribus
La sociedad afgana se componía de un mosaico de tribus rivales entre sí. Los pastunes eran los poderosos, pero también había que contar con uzbekos, tayikos, hazaras, nuristaníes y baluchíes.
2. Intento occidentalizador
El rey Amanulah intentó modernizar el país a partir del ejemplo que le ofrecía la Revolución Rusa de 1917 y la turca encabezada por Mustafá Kemal Atatürk . Su política occidentalizadora implantó, por ejemplo, la enseñanza mixta y suprimió el velo obligatorio para las mujeres.
3. Inmovilismo y corrupción
En 1929, Londres promovió un golpe de Estado que destronó al monarca. Los sucesores de Amanulah se opusieron con firmeza a cualquier tentativa de reforma, ya fuera económica o social. A principios de los años setenta, el rey Zahir fue derrocado por su primo, el príncipe Mohamed Daud. Este proclamó la república y se convirtió en el nuevo presidente, pero, en lugar de efectuar cambios, suscitó el descontento popular con sus arbitrariedades, como el reparto de los principales cargos políticos entre sus parientes y amigos.
4. Fracaso comunista
Con el asesinato de Mohamed Daud en 1978, los comunistas afganos aprovecharon para tomar el poder. El régimen comunista afgano promovió diversas reformas. En los pueblos, las niñas fueron escolarizadas, y se formaron los técnicos y los profesores que tanta falta hacían al país. El analfabetismo, masculino y femenino, experimentó una considerable reducción. En el terreno espiritual, el gobierno fracasó. Intentó imponer una ideología atea sin tener en cuenta lo arraigado de la religión en el pueblo. Tampoco funcionó la reforma agraria, que se estrelló contra estructuras feudales. En el ámbito político, los comunistas persiguieron a la oposición.
. Evitar la caída
La escalada de violencia entre el gobierno comunista y diversas facciones rebeldes era insostenible. La Unión Soviética envió a sus tropas para evitar el desmoronamiento del régimen. Los soviéticos ocuparon el país en pocas horas. Sus generales creían que su función se reducía a respaldar al ejército afgano, pero comprobaron que debían ser ellos quienes lucharan directamente. Su control del territorio, además, se veía limitado a las grandes ciudades.
6. Financiación extranjera
De forma encubierta, Estados Unidos proporcionó armas a la oposición anticomunista, integrada por los llamados guerreros santos. Cuando intervinieron los soviéticos, los misiles Stinger que entregó EE.UU. a los guerrilleros resultaron decisivos para contrarrestar la supremacía aérea de los soviéticos.
7. La guerrilla
Las zonas rurales estaban en manos de la guerrilla. Esta, con su mayor movilidad, podía enfrentarse con éxito a un enemigo infinitamente superior en armamento. Además, la geografía abrupta de Afganistán facilitaba los escondites y dificultaba el control efectivo del territorio a los soviéticos.
8. Tácticas represivas
La guerra afgano-soviética se alargó diez años. Para intentar ganarla, Moscú desató una represión brutal. Pueblos y cosechas quedaron destruidos, lo que acentuó todavía más la resistencia contra la URSS y, a la postre, aceleró su derrota.
9. Sangría soviética
El conflicto se convirtió en una sangría para el Kremlin, tanto en hombres como en fondos. Finalmente, en 1989, las tropas soviéticas se retiraron humilladas. Las consecuencias de la guerra, tanto económicas como sociales, fueron otro de los factores que contribuyeron a precipitar el fin del comunismo ruso.
10. Apoyo a los talibanes
Después de la retirada soviética, EE.UU. puso en el poder a un gobierno títere. Su autoridad no fue aceptada por la oposición, por lo que estalló una violenta guerra civil. Los talibanes, apoyados por Pakistán, ocuparon Kabul en 1996. Su oleada represiva transformó Afganistán en el “reino del terror”, en palabras de Amnistía Internacional. Tras los atentados en Nueva York y Washington de septiembre de 2001, Afganistán volvía a ser invadido, esta vez por EE.UU.