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J. Ross Moore vivía en una granja en Dakota del Norte a principios del siglo XX. Cansado de colgar la ropa mojada afuera en pleno invierno, instaló una estufa en un cobertizo y colgó la ropa para secarla. J. Ross Moore no fue el primero en tratar de superar la humedad. Los primeros sistemas para secar la ropa aparecieron a principios del siglo XIX en Francia y Gran Bretaña. Sin embargo, fue en Estados Unidos donde el primer secador fue patentado en junio de 1892 por el estadounidense George T. Sampson. Sin embargo, el proceso aún no se utilizó.
J. Ross Moore está desarrollando su invención:
la secadora
Durante los siguientes 30 años, J. Ross Moore continuó desarrollando su propia idea. Terminó construyendo con éxito un modelo de tambor y desarrollando dos modelos: uno de gas y el otro eléctrico. En 1936, el granjero fue coronado de gloria gracias a su obstinación y su descubrimiento. La negativa de muchos fabricantes a comercializar su prototipo que le causó dificultades financieras, finalmente concluyó un acuerdo con la Compañía de Fabricación de Hamilton en Two Rivers en Wisconsin, al que cedió su creación.
La compañía no perdió tiempo y trabajó para producir en masa el nuevo secador automático, llamado "Día de junio" en 1938. Con el tiempo, esta empresa fue coronada con un inmenso éxito. La gran utilidad de la máquina, así como su innegable eficiencia, convencieron rápidamente a la población.
Actualmente, la secadora es uno de los elementos esenciales en la vida diaria de cualquier familia. Desde su creación, la invención de J. Ross Moore se plantea como un dispositivo que persigue el propósito de facilitar la vida cotidiana. También juega un papel importante al ofrecer a sus usuarios la posibilidad de ahorrar tiempo.
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