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Los registros históricos de los últimos cinco siglos, basados en crónicas o documentos recopilados por estudiosos de la vulcanología ecuatoriana, refieren que el comportamiento del Tungurahua es repetitivo y se caracteriza por procesos eruptivos que duran unos diez años.
Científicos del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional consideran que las posibilidades de que este volcán haya terminado su proceso son mínimas, basados en aquellos referentes que registran destrucción de los pueblos asentados en los alrededores.
Y recomiendan a las autoridades descartar los reasentamientos en esa zona.
Mientras, durante las tareas de rescate, ayer apareció el tercer cuerpo de las al menos seis víctimas fatales por la erupción del volcán. Se presume que tenía 83 años.
El comentario de la vulcanóloga Patricia Mothes es contundente: “La probabilidad de que el volcán Tungurahua haya terminado su proceso eruptivo con la explosión del pasado miércoles es muy baja, por no decir imposible”.
Mothes, técnica estadounidense que trabaja para el Instituto Geofísico de la Politécnica Nacional, encargado de la vigilancia científica de los volcanes, refiere que la montaña tiene patrones históricos que han permitido a los técnicos hacer estimativos sobre la durabilidad e intensidad de los procesos eruptivos.
La fase actual de la furia del volcán es similar a las que se sucedieron en 1886 y entre 1915 y 1925, aunque en esas ocasiones la intensidad de las erupciones fue mayor a la de hoy.
Un relato del geólogo Nicolás Martínez describe así lo que se dio en abril de 1918: “Había columnas gigantescas de gases negros, millares de bombas incandescentes y centenares de relámpagos y un gran estruendo, seguido de un ruido subterráneo permanente. La columna de humo llegó a medir 25 kilómetros de altura. Una masa de vapores rojizos, de materiales sólidos, se deslizó por todo el contorno de la montaña, cubriendo el cono. Hubo flujos piroclásticos en todos los flancos del volcán, incluyendo Vazcún, la quebrada que rodea Baños”.
Según el científico, en el 2006 el país entró en una etapa más crítica en cuanto a liberación de energía, que durará hasta el 2012. “Pueden erupcionar otros volcanes y darse sismos fuertes. El Ecuador debe prepararse para estas contingencias”.