Respuestas
Según cuentan que hace mucho, no se conocía el fuego y los hombres comían sus alimentos crudos.
Un día, los Tabaosimoa y los Ancianos se reunieron para ver cómo obtener algo que les brinde calor y cocer sus alimentos. Mientras estaban en su ayuno y discusión, vieron pasar sobre sus cabezas una bola de fuego que luego se sumergía en el mar. Ellos intentaron atraparla en muchas ocasiones y de muchas maneras, pero no pudieron. Fatigados, reunieron a varias personas y animales para preguntarles si podían ayudarles a tener aquel fuego.
Un Hombre sugirió traer un rayo del sol con la condición de que sean cinco personas quienes lo ayuden para que se encaminen a la montaña donde nace aquel Sol. Los Tabaosimoa aceptaron dicha propuesta y consiguieron todo lo demandado para que puedan emprender dicha misión.
Al llegar el nuevo día, el Sol nacía sobre otra montaña más alejada, pero los cazadores sin duda se encaminaron hacia ella. Cuando llegó el amanecer, notaron nuevamente que el sol nacía sobre una tercera montaña pero aún más lejana. Así, ellos continuaron hasta una cuarta y luego quinta, donde ya muy desalentados, decidieron regresar tristes y cansados.
Cuando llegaron a la aldea, informaron a los ancianos que era inútil atrapar al sol. Mientras los Tabaosimoa agradecían la ayuda y reflexionaban sobre aquel dilema, apareció Yaushu (un Tlacuache* sabio), que les contó sobre un viaje que había hecho hacia el oriente donde había percibido una luz lejana, y quiso ver qué era. Tras viajes de días y noches durmiendo y comiendo poco, a la noche del quinto día pudo ver aquella entrada de una gruta donde ardía un fuego en madera donde salía grandes llamas y un torbellino de chispas. Ahí, vio un Hombre de blanco cabello largo, taparrabos de piel y ojos muy brillantes que sentado sobre un banco observaba al fuego que alimentaba poco a poco con leños.