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Los óxidos metálicos poseen una gigantesca aplicación en la vida cotidiana, en la fabricación de diversas sustancias químicas. Algunos ejemplos de ello son:
Óxido de magnesio para la preparación de medicamentos destinados al estómago, y en la fabricación de antídotos para intoxicaciones.
Óxido de zinc para la fabricación de pinturas, colorantes y pigmentos de teñido.
Óxido de aluminio para aleaciones de enorme dureza y otros metales de uso industrial.
Óxido de plomo en la fabricación del vidrio.
Óxido de magnesio para la preparación de medicamentos destinados al estómago, y en la fabricación de antídotos para intoxicaciones.
Óxido de zinc para la fabricación de pinturas, colorantes y pigmentos de teñido.
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