• Asignatura: Castellano
  • Autor: EILISHQUENN
  • hace 8 años

resumen del cap 2 de el caballero carmelo


EILISHQUENN: por favor

Respuestas

Respuesta dada por: sebastimn
21

Respuesta:El cuento se inicia con la llegada de Roberto a casa después de una larga ausencia que dejó a la familia en la más completa tristeza.

Roberto regresó cabalgando un hermoso caballo de paso y trayendo  regalos a sus seres queridos. Su madre lo recibió cariñosamente, besándole con amor y le dijo que estaba muy flaco.

Roberto se paseó por toda la casa, revisándola. Después entregó uno a uno de la familia un regalo; pero el regalo que más impactó fue el que dio a su querido padre: era un gallardo gallo.  

Le pusieron el nombre de Caballero Carmelo. Después de un corto tiempo, Anfiloquio se quejó diciendo que desde que llegó el Caballero Carmelo todos miran mal al gallo Pelado.

Durante tres años, el Caballero Carmelo salió victorioso de muchas peleas de gallos.

El Caballero Carmelo era el orgullo de la familia y su héroe, pero el tiempo pasó y el gallo perdió su brillo y juventud.

EL CABALLERO CARMELOEl padre de Abraham había pactado una pelea entre su gallo  Carmelo y  el Ajiseco, que era joven y lleno de vida.

La familia que era dueña del Carmelo sintió mucha pena y preocupación porque su gallo estaba achacoso y no podía soportar una pelea con el Ajiseco.

La pelea se efectuaría en el día de la patria, el 28 de julio. El día de la pelea entre el Caballero Carmelo y el Ajiseco, todos apostaban a favor del Ajiseco.

Después de una sangrienta pelea de gallos, el  Carmelo logró enterrar en la arena el pico del Ajiseco; pero el achacoso gallo quedó mortalmente herido y murió después, dejando en la profunda tristeza a la familia de Abraham.

Explicación:


EILISHQUENN: emmm
EILISHQUENN: tu resumen no es claro
EILISHQUENN: solo pido el cap 2 no toda la obra
Respuesta dada por: olakheace
29

Amanecía, en Pisco, alegremente, en el radiante despertar del día, sentíamos los pasos de mi madre en el comedor, preparando el café para papá. Marchábase éste a la oficina.

Se podía oír el canto del gallo; el ruido del mar, el frescor de la mañana, la alegría sana de la vida. Después mi madre venía a nosotros, nos hacía rezar arrodillados en la cama. Se escuchaba a lo lejos la voz del panadero. Llegaba éste a la puerta y saludaba. Era un viejo dulce y bueno y mi madre decía que desde hace muchos años llegaba todos los días, a la misma hora, con el pan calientito y apetitoso, montado en su burro.

Madre elegía los panes y mi hermana Jesús, lo recibía en el cesto. Marchábase el viejo, y nosotros, dejando la provisión sobre la mesa del comedor, fuimos a darle de comer a los animales. Cogíamos las mazorcas, las desgranábamos en un cesto y entrábamos al corral donde los animales nos rodeaban.

Aquel día, mientras contemplábamos a los discretos animales, escapóse del corral "el Pelado", un pollón sin plumas, que parecía uno de aquellos jóvenes de diez y siete años, flacos y golosos. Pero "el Pelado", a más de eso, era pendenciero y escandaloso, y aquel día mientras la paz era en el corral, y los otros comían el modesto grano, él, en pos de mejores viandas, habíase encaramado en la mesa del comedor y roto varias piezas de nuestra limitada vajilla. En el almuerzo tratóse de suprimirlo, y, cuando mi padre supo sus fechorías, dijo, pausadamente:-Nos lo comeremos el domingo... Defendiólo mi tercer hermano, Anfiloquio, su poseedor, suplicante y lloroso. Dijo que era un gallo que haría crías espléndidas. Agregó que desde que había llegado el ":Carmelo" todos miraban mal al "Pelado", que antes era la esperanza del corral y el único que mantenía la aristocracia de la afición y de la sangre fina. decía en defensa del gallo y Se adujo de excusas y razones hablando sobre los demás animales. pero el pobre "Pelado" estaba condenado. Mis hermanos pidieron que se le perdonase; pero las roturas eran valiosas y el infeliz sólo tenía un abogado, mi hermano y su señor, de poca influencia. Viendo ya perdida su defensa y estando la audiencia al final dos gruesas lágrimas cayeron sobre el plato, como un sacrificio, y un sollozo se ahogó en su garganta. Callamos todos. Levantóse mi madre, acercóse al muchacho, lo besó en la frente, y dijo: -No llores; no nos lo comeremos...

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