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El sucesor de Nicolás Avellaneda en la presidencia de la Nación, fue Julio Argentino Roca (1880/1886), artífice de la “conquista del desierto” y vencedor del levantamiento de Buenos Aires. El candidato del Partido Autonomista Nacional (PAN), asumió la primer magistratura en compañía de Francisco Madero. “Paz y administración” fue la consigna de su gestión, en un país próspero, producto de un modelo agroexportador exitoso a causa de la fuerte y creciente demanda de materias primas.
En el orden interno, durante el gobierno roquista se normalizó la vida institucional del país, con sólo dos intervenciones federales registradas, en las que se depuso a los gobernadores de Santiago del Estero (1884) y Catamarca (1885), cesando a su vez, las intervenciones dictadas por Avellaneda en Corrientes,La Rioja y Buenos Aires.
Entre sus objetivos se encontraba la modernización de las instituciones, siguiendo los modelos europeos exitosos.
– Se federalizó la ciudad de Buenos Aires.
– Se sancionó el Código Penal y el de Minería.
– Se crearon las condiciones para el desarrollo de las inversiones extranjeras.
– Se propició la separación de la Iglesia del Estado.
– En 1884 el Congreso dictó la Ley de Educación Común, desatando el conflicto entre el Estado y la Iglesia Católica.
– Consolidó la profesionalización del Ejército Argentino.
– Demarcó fronteras limítrofes con Chile.
LEYES EDUCATIVAS Y CONFLICTO CON LA IGLESIA
Durante la gestión de Roca, se sancionaron dos leyes que fueron de vital importancia para el desarrollo de la educación: la Ley de Educación común (1884) y la Ley de Educación Superior (1885). La primera de ellas (conocida como la Ley 1420) tuvo como uno de sus objetivos el de “nacionalizar” a la inmensa cantidad de inmigrantes que el país estaba recibiendo. En ese sentido supo integrar a amplios sectores de la población y sentó las bases para un sistema educativo que distinguió a la Argentina durante muchos años.
La Ley de Educación Superior (llamada Ley Avellaneda), diseñó un sistema universitario que perduró hasta la reforma de 1918.
Una de las consecuencias de las nuevas leyes educativas, fue el aumento de la conflictividad con la Iglesia católica, que vió –en el enunciado de esta y de otras leyes- una limitación en la influencia que sostenían en áreas que consideraban propias. Se opusieron fervientemente a la exclusión de la enseñanza religiosa de los programas educativos, así como también a la creación del Registro Civil y la Ley del matrimonio civil. La gravedad del enfrentamiento incluyó la expulsión del Nuncio Apostólico y el posterior rompimiento de relaciones diplomáticas con el Vaticano.
Cuando el mandato de Roca llegaba a su fin, se inició la puja por la sucesión, inaugurando el presidente saliente, un nuevo papel en la figura presidencial, el de elegir a su sucesor.