¿Quiénes componen la feligresía de fin de siglo? ¿Qué hacen? ¿Qué piensa Cruz Kronfly al respecto?
Explicación
Respuestas
Los que componen la feligresía de fin de siglo son aquellos que se agrupan en torno a los medios de comunicación que asumen la vida como un gran canal de televisión y ven mitos sagrados ya pasados. Ellos expresan lástima cuando observan a las personas que no se dejan intimidar o avasallar por los medios.
Los feligreses de fin de siglo no buscan respuesta lógica a los fenómenos que se están produciendo, tampoco se preguntan por el fundamento racional de estos neo arcaicos misticismos, sino que se conforman con la autoridad que se pretende de la llamada experiencia interior y la vivencia de lo místico, de testimonios de personas que han pasado por este tipo de situaciones. No domina la Razón sino el deseo de que eso sea cierto.
Es un ensayo que realiza Cruz Kronfly sobre la modernidad, contemporaneidad y cultura del mundo actual, señalando que en la época que estamos viviendo el ciudadano se convierte en un tipo de congregación moderna, o feligresía contemporánea o de fin de siglo que no explica el mundo desde la óptica de lo racional, sino desde la óptica mística, sobrenatural, olvidando todos los aportes que dejó el mundo helenístico el cual sepultó por el dogmatismo, por un sentido divino del origen de las cosas.
Los medios de comunicación han instaurado que poner al corriente al ciudadano es subyugar de información, haciéndole creer que ese manejo de “información” es el pensamiento o la idea o la filosofía de vida, que el estar debidamente informados estamos efectivamente pensando y perteneciendo al mundo, a la vez que lo observamos desde el palco principal.
Afirmando que el estar super informado en el mundo actual, hace que la Razón crítica sufra un deterioro de sus planteamientos, haciendo que esto, ya repetido en instancias pasadas de la humanidad, se banalice y se pierda el sentido común o que la banalidad y el sentido común se superponga a la razón.
Kronfly responsabiliza al capitalismo de hacerse dueño de la tecnología y de la ciencia para imponer a su arbitrio “productivo instrumental” haciendo del dinero el precio social por excelencia, aprisionando a la razón en las aulas de las universidades.
Es el impulso de fundamentalismos que muchos creían o han creído que se dejaron en el pasado, sepultados por el crecimiento de la Razón crítica sobre la cultura moderna, pero que renacen de nuevo porque han quedado allí echando raíces por la naturaleza del hombre.
