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Se escribe cómo era en el porfiriato el día de muertos en la ahora llamada CDMX:
Según algunos cronistas en estas fecha los templos que se jactaban de poseer reliquias las exponían a los creyentes. Frente a las reliquias se arrodillaba la multitud devota. Pero con la modernidad, el capitalismo y Porfirio Díaz se agregaron otro tipo de actividades más allá de las religiosas, ya que a través de la comisión de festividades del Cabildo propuso un paseo de Todos Santos y Difuntos en La Alameda, además de montar exposiciones con iluminación, música y la novedad de la luz eléctrica.
Otra costumbre para esos días de noviembre vigente entre 1844 y 1900 fue la de asistir a la representación de Don Juan Tenorio, del dramaturgo español José Zorrilla.