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Te veo en la Luna, escrita por Verónica Sukaczer e ilustrada por Poly Bernatene, es una novela que cuenta una historia pequeña en medio de un escenario enorme, de una época del mundo y de Argentina en la que sucedía de todo. Y así, con todo, el foco está puesto en Martín, un niño que, mientras busca a su hermano, nos ofrece su mirada sobre todos esos sucesos históricos que atraviesan su tiempo.
Repleta de referencias a la vida en el campo y de finales de los ’60 (maravillosas, más aún, para todo aquel que haya vivido en ese entonces), la narración de Martín es vivaracha, fresca e irreverente. Sus ideas van, vienen, se entrelazan y van construyendo los sucesos a partir de toda la información que recibe de su entorno: las noticias en la radio sobre los sucesos en Argentina y también en Estados Unidos, las opiniones e ideas de la gente sobre lo que ocurría y, sobre todo, las ideas de su hermano Juan y toda la información que él le cuenta sobre la Luna y la carrera espacial.
“Nunca hay que olvidarse de los segundos ni de los terceros ni de los que vienen después”, eso le dice Juan a Martín, refiriéndose a los astronautas que acompañan “al primero”: al primero que sale al espacio, al primero que pisa la Luna. Y es también una frase que marca la novela. Es un tiempo histórico enorme, clave para la humanidad, y es un tiempo también para no olvidarse de los segundos ni de los terceros, de las pequeñas historias que construyen ese momento, de los eventos que permiten que la historia avance como lo hizo (y lo sigue haciendo), de las historias mínimas, como la de Juan y Martín, que son parte de todo lo que sucedió y que, de algún modo, y dentro de sus propias búsquedas, llegan también a la Luna. Tal vez no como Armstrong, Aldrin o Collins pero sí de la forma en que ellos necesitan.