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Respuesta:El inspector Havilland detuvo su Austin al costado del camino que conducía a Middleford y quedó pensativo. No había dicho a nadie dónde pasaría sus quince días de vacaciones y la idea de retomar el camino hacia Londres se le instaló sólidamente en la cabeza.
Él tan sólo había prometido comunicarse cada tres días con Scotland Yard, en prevención de algún suceso inesperado, como el retorno del Destripador de Yorkshire, un ataque nuclear soviético o la fuga de un oso del zoológico. Esa franquicia de manejar a su gusto el contacto con sus superiores tan sólo se le concedía a hombres como Emerald L. Havilland, el más eficaz sabueso de las fuerzas de seguridad británicas. "El Detective Invicto" como bien lo había llamado la prensa tras su espectacular esclarecimiento del caso del robo del pony predilecto del Príncipe Andrew.