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Hay quienes dicen que la mentira forma parte de las relaciones humanas y que la gente miente por diferentes razones. Pueden mentir para minimizar los conflictos, porque sostienen que una mentira piadosa puede llevar a la reconciliación. Otros sostienen que puede a veces servir a propósitos útiles, como también puede ser dañina para las relaciones entre los individuos.
La verdad conduce a la piedad, y la piedad nos lleva al Paraíso, mientras que la mentira conduce a la desviación, y la desviación nos lleva a la perdición. Algunas personas mienten por hábito y hasta sostienen que las mentiras son parte de la estructura de la vida social. Otros dicen que tanto los hombres como las mujeres mienten en el 20 por ciento de sus intercambios sociales.
También vemos que la mentira puede ser considerada integral para muchas profesiones. Por ejemplo: abogados que construyen teorías exageradas para defender a sus clientes. O periodistas que distorsionan las noticias para generar buenas historias. De igual modo podemos calificar a nuestros gobernantes, que hacen promesas antes de las elecciones y después no cumplen. O a los gobernados que mienten en sus declaraciones juradas para ahorrarse impuestos.
Engañar a los demás con el uso astuto de las palabras se supone algo inteligente, pero siempre la mentira es un vicio y debe ser erradicada. Una característica de nuestra época es que la mentira ya no es estigmatizada. Es como si se hubiera institucionalizado.
La mentira es lo contrario de la verdad, lo que significa que siempre debemos decir las cosas como son. En el Islam, la mentira más atroz es la que se dice en contra de Dios, de sus profetas y de sus enseñanzas. Por eso todos los creyentes tienen la obligación de ser siempre sinceros.
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