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Respuesta:
1. Ve más allá de los chistes
Pero pongamos un par de ejemplos para ilustrar este punto: mi novela ‘Su muerte, gracias‘ cuenta la historia de un vendedor de suicidios fracasado que termina poniendo el mundo al borde de la destrucción cuando se ve obligado a encontrar un primer cliente para la empresa en la que trabaja.
2. Sorprende al lector…
Si logras que el lector abra la boca en un gesto de sorpresa, ya habrás recorrido la mitad del camino que le llevará hasta la carcajada.
El chiste más común es aquél en que esperamos oír una cosa y se dice otra.
Cicerón fue quien dijo aquello de que «el chiste más común es aquél en que esperamos oír una cosa y se dice otra». Y, desde entonces, muchos otros filósofos y teóricos del humor han relacionado el humor con la sorpresa de uno u otro modo. Blaise Pascal decía que «nada hace reír tanto a las gentes como la sorprendente disparidad entre lo que esperan y lo que ven suceder», Kant se refería a la risa como aquello que nos sobreviene después de ver nuestra esperanza frustrada y Ralph Waldo Emerson buscaba el origen del humor en «la ruptura de la continuidad en el intelecto».
4. Construye diferentes capas de humor
No te descubriré nada nuevo si te recuerdo que no todo el mundo se ríe con las mismas cosas. Así que harías bien en trabajar varias capas de humor en tu novela. Desde el humor más básico que podría estar basado en el slapstick, hasta el humor más elevado para el que el lector debería compartir ciertos códigos contigo.
5. Dota a tu historia de un significado
Recuerda que, sea ésta humorística o no, lo más importante será siempre escribir una buena novela. Así que recuerda tratar un tema de fondo con el que se pueda sentir identificado un público lo más amplio posible, dotar a tu narración del ritmo adecuado a cada fase de la trama, estructurar las escenas de tu novela de una forma efectiva, etc.
No desaproveches todas esas carcajadas que estás provocando. Utilízalas para mostrar tu propia visión del mundo.
6. Ríete con tus propios chistes
»No se me ocurre mayor síntoma de salud, que reírse con los chistes de uno mismo.»
No se me ocurre mayor síntoma de salud, que reírse con los chistes de uno mismo. Piensa que, si tú mismo te ríes con los chistes que se te acaban de ocurrir, siendo como eres el que los conoce más de cerca, los lectores no podrán más que caer rendidos ante ellos.