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LA VIDA independiente de una planta superior comienza en el momento en que una semilla germina. Las semillas son los órganos elaborados por la reproducción de las plantas adultas. Tienen la posibilidad de ser transportadas a distancia de donde son producidas, ya sea por el viento, el agua y/o los animales (diseminación), para generar nuevas plantas en otros sitios. La gran mayoría de las semillas pueden permanecer en un estado de respiración reducida o prácticamente suspendida, interrupción del crecimiento y parcial deshidratación, por un tiempo más o menos largo (latencia o letargo), hasta que las condiciones externas son adecuadas para la iniciación del crecimiento de la nueva planta.
Si estudiamos cuidadosamente la anatomía de una semilla, nos daremos cuenta que consiste esencialmente en una pequeña planta encapsulada dentro de una cubierta más o menos resistente y provista de los alimentos orgánicos necesarios para comenzar a crecer. Generalmente son almidones o grasas y proteínas. La gran mayoría de las semillas contienen muy poca agua, así que necesitan un medio externo húmedo para hidratarse y aumentar de volumen antes de que se inicie la germinación.
Como podemos ver en la figura 20, las semillas de diferentes plantas varían en forma, tamaño y anatomía interna pero, en esencia lo más importante, es que en todas se halla contenida una pequeña plantita que es el embrión de una futura planta. A veces, el embrión es sólo un conjunto de células sin forma definida aún en las semillas más pequeñas pero, en la mayoría de los casos, el embrión muestra ya las primeras partes de lo que será la futura planta: raíz, tallo y hojas en escala diminuta.
Figura 20. Las semillas son muy diversas en cuanto a formas y tamaños; también lo son sus agentes de dispersión y sus mecanismos fisiológicos de latencia.