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El 4 de agosto de 1863, se produce en Talambo un enfrentamiento entre colonos vascos y trabajadores peruanos.
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4 de agosto 1863. INCIDENTE DE TALAMBO. Ocurrió en la hacienda del mismo nombre, situada cerca de Chiclayo era propiedad de Manuel Salcedo.
A esta hacienda llegaron bajo contrato un grupo de colonos españoles, en agosto de 1860.
En este lugar se dedicaron al cultivo del algodón. Durante tres años los colonos vascos trabajaron en la hacienda sin mayores incidentes. Sin embargo, el incumplimiento de los contratos originó protestas entre los colonos.
Un grupo de pobladores armados atacaron a un grupo de trabajadores vascos que trabajaban en la hacienda Talambo. Durante el incidente murió un trabajador vasco. Este caso sería motivo de un incidente internacional que luego sería uno de los pretexto de la guerra entre España y Perú. Sobre este hecho se ha escrito bastante, pero me gustaría citar un artículo escrito por un historiador vasco:
“entre los colonos, hubo quien trabajó y prosperó más que los otros; esto excitó la codicia de Salcedo y hubo de proponer á dos de los emigrantes (Marcial Miner y José Azcarate) se le asociaran en la explotación de la finca; no hubieron de entenderse; abusó Salcedo de su posición amenazando á los vascongados, y uno de los primeros días de Agosto de 1863, tuvieron un fuerte altercado el citado Miner con Salcedo, éste amenazó al primero, quien se propuso defenderse, y ante ello, Salcedo hubo de huir dejando para otro día, una venganza incapaz de lograr cara á cara, y más fácil de confiar á su dinero, con el que no faltarían brazos que la ejecutaran, ni después, sacerdotes prostituídos de Themis que la sancionaran, ¡á unos y otros en su día, hubo de convencerlos la escuadra de Mendez Núñez, de que España impunemente, no había de tolerar semejantes hechos! Ocurrido el altercado á que acabamois de referirnos, regresó Salcedo á su hacienda, y allí ordenó á su mayordomo ó capataz, procediera al arresto de Miner; Carmen Valdés, que así se llamaba el capataz, de origen también mestizo, tan prudente como su amo personalmente, y tan chacal como él, contando con auxiliares, no pudiendo reclutarlos en la hacienda, hubo de hacerlo en el cercano pueblo de Chepen. ¡allí se dirigió Valdés, y derrochando aguardiente por una parte y no escasa cantidad de dinero por otra, prometiendo más y proveyendoles de armas, reclutó 46 foragidos, con los cuales el día cuatro se encaminó á Talambo.
Los colonos vascongados de Talambo, indignados por el incumplimiento de su contrata, así como alarmados por los altercados ya narrados con el dueño de la hacienda, hubieron de entrevistarse con él, presentándole peticiones á las que accedió Salcedo con fingida hidalguía, y en espera de lo que sabía ocurriría momentos después en cuanto llegasen los reclutados por Valdés; ignorantes de tal perfidia los vascongados, salieron del cuarto en que hablaron con Salcedo, y entonces viéronse repentinamente acometidos por la patrulla mandada por Valdés; los administradores antiguos, Fano y Sorazu, cayeron heridos, así como otros cinco españoles, Juan Ormazabal, muerto, y Míner, (causa ocasional é inocente de todo este suceso) herido gravemente con pérdida de conocimiento y prisionero de los salteadores que para sin duda coronar la hazaña realizada arrastraron el cuerpo vivo del desgraciado hasta dejarlo arrumbado en la creencia de que se hallaba muerto.
Que el culpable y motor de todo ello era Salcedo lo declaró allí mismo el Carmen Valdés al ser increpado por Azcarate, testigo presencial de los sucesos, manifestando textualmente «obedecía las Ordenes de su amo».
A las cuarentena y ocho horas de esta infamia presentóse en la hacienda el juez de paz, quien permaneció en ella cinco días sin actuar lo más mínimo Y con una indiferencia que no hemos de calificar, pues ella misma se recomienda; y aquí comienzan una serie de actuaciones judiciales en las que intervienen el juez de Chepen, el de Chiclayo, el Tribunal del departamento y el Supremo de la Nación; no hemos de entrar á analizar todo lo aquí ocurrido; el juez instruyó una causa en que se absolvió á casi todos, el Tribunal departamental reformó el faIlo anulado lo actuado y ordenando instruir procedimiento contra el juez de paz y corregir disciplinariamente al instructor; esta sentencia fué apelada por Salcedo ante el Supremo del Perú y éste falló anulando lo actuando por cl Tribunal departamental y reponiéndola al estado en que entonces se hallaba; el juego estaba visto y eran inútiles los esfuerzos de los españoles en la prensa, ante un cónsul incapaz y cuyas condiciones fueron anteriormente señaladas, un Gobierno nada propicio á España una magistratura inficcionada del mismo virus y á más asequible á influencias morales y materiales que no hubo de esquivar Salcedo en aquellos momentos comprometedores para él, rodeado todo esto por una animodidad que contra los españoles existía, de la que los demás pueblos sud-americanos c