• Asignatura: Castellano
  • Autor: thaiis1234
  • hace 8 años

Por qué América Latina es el continente del Porvenir​

Respuestas

Respuesta dada por: pndj
0

Respuesta:

Colón no se proponía viajar al Oriente por el Poniente sino apoderarse de las tierras

situadas al sur de las que habían hallado los vikingos:

Explicación:

las islas adyacentes con el paraíso se basa menos en las

ideas del Almirante sobre la forma del planeta2

que en su descripción de las tierras que descubrió. Es una arboleda de maravilla, las islas son verdes, las hierbas crecen como en Andalucía

en abril. Es tal el cantar de los pajaritos que el hombre jamás querría partir de aquí.

Respuesta dada por: vidalfarfanb
0

Respuesta:

Explicación:

Debemos considerar a los pueblos como contemplamos el mar: no en el detalle de

sus olas, sino en el conjunto de su grandeza. Los paisajes cambian según la extensión

que abarcamos, y un todo no es una simple superposición de fragmentos. Hay un

poder oculto que transforma los componentes de las acumulaciones enormes, hay

algo misterioso que juega con las realidades: una gota de agua es blanca y el

Océano es azul.

Este libro tendrá que parecer inexacto y paradójico si lo juzgamos desde el punto

de vista especial de cada república sudamericana o si lo leemos sin salir de la

atmósfera de las preocupaciones locales, porque no puede ser copia de cada

partícula del territorio ni reflejo del espíritu que predomina en cada ciudad. Una

síntesis aplicable a todos no coincide jamás con cada una de las unidades que la

inspiran. Pero abarquemos el conjunto, rompamos nuestras limitaciones y tratemos

de saltar por encima de los prejuicios. Al ponernos de pie en medio de la raza,

surgirá la visión de los verdaderos horizontes.

Las cosas más ínfimas, cuando las miramos de muy cerca, parecen superiores a

las grandes. Un guijarro colocado a la altura de los ojos nos impide ver una montaña.

Sólo libre del peso de sus engranajes accesorios logra ascender el hombre hasta las

cúspides. Derribemos los muros inmediatos y resplandecerá la verdad. Nuestra

patria superior es la América latina, nuestra nacionalidad final es el conjunto de

hábitos, recuerdos y preferencias que arrancan de un origen común, obedecen a

iguales concepciones y se articulan en el mismo idioma. Lo que no parece traducir en

detalle los rasgos de cada comarca, da un bosquejo en relieve de todas ellas. Poco

importa que aquí o allá tenga que parecer la frase parcial o pesimista. En tan vasta

zona los altibajos son múltiples. Lo que es síntoma característico eh un país, se

esfuma en otro hasta perderse. Lo que aquí clama, allá murmura. Pero en bloque,

con la fidelidad que permite un conjunto de veinte millones de kilómetros

cuadrados habitado por más de sesenta millones de hombres, este libro se aplica

a toda la América hispana.

Los que han visto alguna vez una ciudad desde una altura, saben que lo que

monopoliza la atención cuando andamos por las calles es lo que desaparece

primero. Las fachadas, las vitrinas, los coches y los transeúntes se desvanecen en la

atmósfera. Los baches se equilibran. Las proporciones se alteran. El color muere. Y

solo se ve una mancha gris sobre la cual surgen los campanarios y las torres,

dominando las grietas bruscas de las calles. Se han perdido los arabescos. Se ha

roto el microscopio que nos permitía observar los detalles del hormiguero humano.

Se ha tendido entre la Babel y el hombre una cortina espesa de tul. Sin embargo,

aunque parezca paradoja, vemos mejor. Antes sólo abarcábamos una encrucijada o

una avenida. Ahora lo medimos todo: los barrios opulentos con sus bulevares anchos

y sus jardines rectangulares; la city con sus edificios enormes; las afueras con

sus quintas y sus arroyos, y los arrabales con su solemne obscuridad bajo el humo

asfixiante de las fábricas. Nos hallamos muy lejos, muy lejos, pero nos parece tener la

enorme metrópoli en la mano. Sus bulevares, sus demarcaciones, su importancia,

todo lo que a ras de tierra apreciábamos sucesivamente con ayuda de un

escalonamiento de visiones, aparece de pronto a nuestra vista, en el relámpago de

una síntesis. La distancia que nos aleja parece ponernos en contacto con todas las

fibras de la agrupación.

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