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Respuesta:
La dicha está solamente en el presente porque no se basa ni en el pasado ni en lo que pueda pasar en el futuro; está fuera del tiempo y el espacio, se renueva constantemente y no puede envejecer ni morir.
La experiencia del tiempo es subjetiva, un minuto de dolor puede experimentarse como muy largo mientras que una hora de amor puede resultar demasiado corto; y cada vez que pensamos en el pasado en el futuro el cuerpo cambia; o sea que el envejecimiento del cuerpo y todos sus achaques se relaciona con nuestra forma de metabolizar el tiempo.
En cambio, las experiencias positivas, aunque también metabolizan el tiempo, no afectan nuestro cuerpo.
Si nuestros pensamientos están en el pasado o en el futuro, el cuerpo quedará estancado con ellos en el tiempo, si podemos eludir la trampa del tiempo el cuerpo se transformará porque podrá vivir la experiencia de la dicha en el presente eterno.
El que se ha identificado con su imagen pública no puede vivir la dicha sin razones del momento presente, porque vive comparándose, rechazando o eligiendo, e inventando una historia que tiene que defender; y tener que defender una historia nos quita la dicha y la libertad.
Estar aquí ya es suficiente. A simple vista, la vida de esta forma parece vacía y sin sentido y por eso la mayoría se esfuerza para llenarla de actividades y propósitos. Sin embargo no pueden ser felices.
El cuerpo se desmorona ante los fracasos pero el alma es irrompible y cuando se supera el ego también se trasciende el tiempo.
El presente es el único punto vital donde se une el mundo espiritual y el físico y la clave es aprender a vivir en ambas realidades a la vez, priorizando la realidad espiritual que es la verdadera.
La realidad espiritual es lo que permanece constante a través de las transformaciones que sufre la realidad concreta, que si se logra visualizar se puede permanecer inmutable a través de los cambios.
Explicación:La felicidad basada en razones produce infelicidad, pero existe un plano del ser que es anterior a cualquier razonamiento o pensamiento, el estado atemporal, fuera del espacio y el tiempo.
Sin recuerdo y sin deseos estamos en otra dimensión, la dimensión del espíritu, que se puede lograr a través de la meditación.
En ese estado, somos felices sin ninguna razón; porque la felicidad basada en una razón como el dinero, las posesiones, las relaciones, la fama o en cualquier otra circunstancia, nos produce una satisfacción a breve plazo, pero luego nos habituamos y volvemos a estar en el mismo estado de insatisfacción existencial de antes.
Esto está comprobado. Personas que ganaron millones con la lotería, después de unos meses, aunque esa circunstancia les haya cambiado la vida, se vuelven a sentir como antes, y para poder verle sentido a la vida tienen que buscar otras cosas.
La felicidad fundada en la razón no dura mucho