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En el siglo XI, el clero regular reaccionó en contra de la relajación de las costumbres de la Iglesia y del poder de los laicos sobre ella. El movimiento monacal de reforma fue dirigido por dos conventos benedictinos. Reforma cluniacense La primera reforma partió de la abadía de Cluny, fundada el año 910. Los monjes de Cluny optaron por la protección exclusiva del Papa (y no la del obispo o la del señor feudal) y reforzaron la autoridad del abad. Bajo estas condiciones nació la orden cluniacense, que se extendió con rapidez en Europa. En su momento de máxima popularidad, a comienzos del siglo XII, poseía cerca de 1500 monasterios, todos ellos bajo la autoridad del abad de Cluny.
Reforma cisterciense Sin embargo, a mediados del siglo XII, los cluniacenses se alejaron del ideal de vida benedictino enriqueciéndose en extremo. Esto dio origen a una segunda reforma que partió del monasterio de Citeaux, también en Francia: su promotor fue San Bernardo de Claraval, verdadero organizador de la orden cisterciense que se propagó por Europa en el siglo XIII.
La Querella de las Investiduras Gracias a las reformas benedictinas, el clero regular se independizó, en gran parte, dela influencia de los laicos. Sin embargo, quedaba un problema por resolver: la elección o investidura del Papa y de los obispos, quienes desde el siglo X eran nombrados por el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. La humillación de Canossa. Enrique IV del SIRG tuvo que pedir perdón al Papa Gregorio VII. Durante el siglo XI, los papas buscaron poner fin a esta situación. Por eso, el año 1075, el Papa Gregorio VII, que soñaba con una Iglesia libre de la influencia de los emperadores alemanes, publicó un decreto que prohibía a todos los laicos investir a cualquier miembro de la Iglesia. Esto originó una serie de conflictos entre el papa y el emperador alemán Enrique IV: la Querella delas Investiduras. Este conflicto concluyó en 1122 con la firma del Concordato de Worms, que se pactó entre el Papa Calixto II y el emperador Enrique V. A través del Concordato, el emperador renunció para siempre a la designación de obispos y Papa. A partir de entonces, la Iglesia Católica se fortaleció
Reforma cisterciense Sin embargo, a mediados del siglo XII, los cluniacenses se alejaron del ideal de vida benedictino enriqueciéndose en extremo. Esto dio origen a una segunda reforma que partió del monasterio de Citeaux, también en Francia: su promotor fue San Bernardo de Claraval, verdadero organizador de la orden cisterciense que se propagó por Europa en el siglo XIII.
La Querella de las Investiduras Gracias a las reformas benedictinas, el clero regular se independizó, en gran parte, dela influencia de los laicos. Sin embargo, quedaba un problema por resolver: la elección o investidura del Papa y de los obispos, quienes desde el siglo X eran nombrados por el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. La humillación de Canossa. Enrique IV del SIRG tuvo que pedir perdón al Papa Gregorio VII. Durante el siglo XI, los papas buscaron poner fin a esta situación. Por eso, el año 1075, el Papa Gregorio VII, que soñaba con una Iglesia libre de la influencia de los emperadores alemanes, publicó un decreto que prohibía a todos los laicos investir a cualquier miembro de la Iglesia. Esto originó una serie de conflictos entre el papa y el emperador alemán Enrique IV: la Querella delas Investiduras. Este conflicto concluyó en 1122 con la firma del Concordato de Worms, que se pactó entre el Papa Calixto II y el emperador Enrique V. A través del Concordato, el emperador renunció para siempre a la designación de obispos y Papa. A partir de entonces, la Iglesia Católica se fortaleció
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